Editorial, Madrid, Opinión

AVE a MURCIA: utilidad, corrupción y patrioterismo de boina calada

Por mil razones (de índole demográfica y geoeconómica las primeras) el AVE debía haber llegado a la Región de Murcia hace ya unos cuantos años. Pero por razones que no vienen al caso no ha sido así. Se ha hecho esperar demasiado y por fin, nunca mejor dicho, parece que se ve luz al final del túnel; o sea, fecha.

Se trata de una infraestructura útil e irrenunciable que el potencial de la Región de Murcia sabrá amortizar pronto, por cara que sea. Esos, que son unos hechos incontestables, no pueden separarse de los que conocemos en las últimas horas si, efectivamente, los confirman en toda su extensión (o en parte) los investigadores.

El AVE no puede llegar a Murcia con vagones llenos de corrupción, de sobrecostes o de maletines sucios; no puede venir con un primer convoy cargado de corruptores y de corrompidos. No, porque los murcianos (en un remake patético de Bienvenido Mr. Marshall) no pueden ni deben echarse a las calles a saludar la buena nueva de un tren del siglo XXI si el precio ha sido el de vaciar el bolsillo del contribuyente por las malas, con graves delitos económicos en el camino: sería un insulto, una vergüenza. El papanatismo sería y es ya un error.

Que la trama del AVE apunte a cuatro grandes constructoras por el desfalco de más de 60 millones de euros (más de 10.000 millones de las antiguas pesetas, se dice pronto) nos debería mover como murcianos y españoles a la reflexión. Los agentes de Vigilancia Aduanera han hecho su trabajo. La Guardia Civil, también. Funcionarios de Hacienda, también. Y el hedor y el bochorno son hoy formidables y deplorables. La alcantarilla, la ciénaga.

No caigamos en el patrioterismo cateto de boina con tres vueltas de rosca. No justifiquemos de todas todas la llegada de la alta velocidad hasta nuestra tierra. De nada sirve el presunto progreso económico si hay una sociedad éticamente laminada, socialmente adormecida, política y empresarialmente viciada. Aquí no están sólo en juego sólo los dineros de la Región de Murcia. Está en el aire nuestra reputación, nuestro decoro, nuestra imagen, nuestra limpieza. Y no está precisamente el horno para bollos.

7 noviembre, 2016

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