Madrid, Opinión

 La constitución de los Estados Unidos por encima de Donald Trump

Donald Trump ya es el presidente de la primera potencia del mundo.

La batalla librada entre Hillary Clinton y Donald Trump ha sido de las más disputadas y ruidosas de las últimas elecciones en EE.UU. Finalmente, el recién nombrado presidente, ha sido elegido por un estrecho margen de los votos escrutados. Ahora se inicia un largo camino para saber si Trump logrará o no convencer a sus detractores y fidelizar a los que le han apoyado. De la gestión que lleve a cabo al frente del gobierno, dependerá dicha respuesta.

Ahora bien, si se dan cuenta, pocos medios han recogido en sus portadas, editoriales o columnas de opinión, la verdadera grandeza de la nación de las barras y estrellas. Y, precisamente, en ello radica el éxito de una de las democracias más asentadas y estables del mundo.

La grandeza de la que les hablo no la van a encontrar en las posibles cualidades del presidente electo, como tampoco las encontrarían en las de su oponente (aunque, alguna, seguro encontrarán). Trump es, como lo hubiera sido Hillary, un presidente con mandato limitado a un máximo de 8 años. Los que no soportan las brabuconerías de Trump saben que se librarán de él tras ese plazo de tiempo en el que tendrá que sacar adelante las políticas de su programa electoral.

Si bien es cierto, no lo voy a negar, que el papel que pueda desempeñar el presidente de los Estados Unidos de América no sólo tendrá una gran importancia para el devenir de los americanos, sino para medio mundo (ya saben que cuando EE.UU estornuda, el mundo se resfría), no es menos cierto que, por encima incluso del presidente de la primera potencia mundial, se encuentran los principios recogidos y muy asentados de su Constitución.

Así es, por encima de Donald Trump, hay una historia constitucionalista y democrática con unas raíces fuertemente arraigadas. Desde que en 1783 se firmará la Paz de Versalles, e Inglaterra se viera obligada a reconocer la independencia de las 13 colonias británicas, tal y como éstas habían redactado en la famosa Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776, nadie ha podido cortar las alas de la libertad a esta gran nación.

Desde que los 55 representantes de las antiguas colonias se reunieron en el Congreso de Filadelfia con el fin de redactar una constitución, creando de esa forma un gobierno federal único, con un Presidente de la República y dos Cámaras Legislativas (Congreso y Senado) y, finalmente, redactando la Constitución de 1787, desde donde se convocaron las primeras elecciones en las que George Washington fue elegido primer Presidente de los Estados Unidos, nada ni nadie hasta la fecha ha sido capaz de lograr desestabilizar aquellos principios de democráticos de Igualdad y Libertad que, con tanto empeño, defendieron los ilustrados y se configuró como la primera carta magna que recogía los principios del liberalismo político, estableciendo un régimen republicano y democrático.

A partir de hoy, veremos otra de las grandezas de esta gran nación: todos, sin división, se pondrán a trabajar juntos por los valores más importantes para y por el interés general: Seguirán luchando por la Libertad. Y, lo harán, además, unidos bajo una misma bandera, la de las barras y las 50 estrellas.

Abogado y Consultor

@Lacaciabogado

9 noviembre, 2016

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