Como prenda militar, la trenca tenía fama de confortable y cómoda. Su origen es anterior a la Segunda Guerra Mundial. Procede de la ciudad belga de Amberes donde se producía un tejido de lana con alto contenido en lanolina, lo que le daba una natural cualidad repelente al agua.
En la Segunda Guerra Mundial la Royal Navy identificó la prenda como parte de su uniforme. La transición de la trenca al vestuario civil se debió al excedente de prendas de abrigo tras la guerra.
Con el paso del tiempo ha ido sufriendo modificaciones según las tendencias más actuales de la moda. Su principal atributo, campaña tras campaña, es el cambio de forro interior. Normalmente suele azul marino, y el forro le da un toque de originalidad y distinción.
Aunque sus orígenes fueron belgas, la trenca se ha convertido en algo esencialmente británico. Otra de sus inconfundibles características, son los cierres de alamares, lo que vulgarmente se llaman cuernos.
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