Madrid, Opinión

El trompazo: el mundo sigue con dos palmos de narices

 Sí, y no me he equivocado de vocal, que Trump en ingles se pronuncia «Tromp». Y trompazo en castellano es lo que van a constituir  las consecuencias del triunfo de este exaltado, mal calificado de populista. Que ya me dirán ustedes que tiene de populista, popular ni aun populachero un magnate de las finanzas en el todorresbaladizo terreno de la construcción, causa en todas partes de corrupciones de todas clases, en materia de adjudicación dolosa de contratos, recalificación más dolosa aun de terrenos, comisiones, regalos, sobornos y demás «alegrías extraeconómicas».

 

Después de una campaña electoral totalmente canalla, una vez electo pretende, con sospechosa rapidez, hacerla olvidar a base de discursos, entrevistas y encuentros tranquilizadores, queriendo hacer ver que “donde dije digo, digo Diego”. La realidad, no obstante, aunque si haya tranquilizado a la “todo repugnante” Wall Street , es que se está produciendo en todo el territorio estadounidense una reacción popular jamás vista en 220 años, en los que han ocupado la Casa Blanca 44 Presidentes nada  menos. Nunca se había visto el espectáculo de esas multitudinarias y extendidas manifestaciones protestando contra un Presidente electo, ni aun después del  descarado asesinato de Kennedy.

 

En lo que se refiere al pueblo llano norteamericano hay tres cosas, si  atendemos a lo que en su repugnante campaña ha dicho, que van a afectarle fundamentalmente. La primera, la derivada de esa  maldita e incivilizada segunda enmienda constitucional, que permite a todo estadounidense estar armado hasta los dientes y perpetrar así toda clase de atentados locos, ajustes de cuentas o episodios de discriminación racial. Y, por supuesto, la pena de muerte continuará.

 

La segunda, el propósito de derogar, en todo o en parte, la reforma sanitaria Obama, que permite el acceso a la sanidad gratuita a los más pobres y desfavorecidos. El cínico Trump dice que respetara la asistencia a los enfermos más graves y crónicos. Y la tercera cosa es la represión de la inmigración por motivos étnicos, religiosos o culturales, todo lo contrario de lo que predica el Papa Francisco.

 

En el terreno internacional, menos importante en el ámbito humanitario pero más trascendental en el global, dos aspectos/propósitos «trompazos» amenazan a todo el hasta ahora unido y hegemónico espacio euroatlántico, poniendo en peligro, a base de anticuado y egoísta proteccionismo, la conclusión  del Tratado de Libre comercio  entre USA y la UE y, lo que es peor, poniendo en riesgo la defensa común y conjunta de ambos, enmarcada en la OTAN, que pretende cuestionar hasta el fondo, mientras «se da el pico» con Putin. Proteccionismo que, además, piensa Trump incentivar a base de reducir  masivamente los impuestos repatriados de empresas americanas instaladas en el exterior y penalizar fiscalmente a las nuevas empresas que se propongan ir al exterior.

 

Y, por último, poner al mundo en riesgo de guerra, amenazando a China con gravar excepcionalmente sus productos porque a China acusa de los males de la economía americana, como, por ejemplo, afirmando que lo del cambio climático es una mentira inventada por Pekín para reventar la competitividad  de las empresas americanas. Y lo que es aún peor, diciendo que no le preocupa una posible guerra entre las dos Coreas porque «acabaría rápido». Con semejante ligereza se pronuncia con el posible arrasamiento de una de las dos Coreas, o ambas.

 

Todo un terrorífico panorama el diseñado por este rubio teñido, con semejante cara y gestos de bárbaro.

 

                 

13 noviembre, 2016

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