Madrid, Opinión

Caso Rita Barberá: ¿asesinato con estrambote?

La falta absoluta de respeto por la presunción de inocencia de personas, públicas o particulares, imputadas/investigadas por participación o autoría en presuntos delitos o faltas (todo presunción) acaba de terminar con la vida de la magnífica ex Alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, como si de un asesinato se tratara perpetrado por tanto «aprovechategui politicastro» y tanto «mediaticastro» gracioso.

Muchos de estos riquísimos propietarios y rentistas, enriquecidos precisamente a base de mentiras, exageraciones, ofensas y «gracietas», lideran el movimiento de «falsa justicia anticipada y callejera» que los jueces de verdad no son capaces de impedir con su lentitud desesperante y su incapacidad para atajar las continuas filtraciones que alimentan a esa  «legión de vividores de la corrupción», casi peores que los corruptos mismos.

No contentos esos «vividores de la corrupción ajena» con  la saña persecutoria solo basada en indicios o simplemente inventos amparados en el «secreto de las fuentes», sean informadores, politicastros o simple gentuza, se han permitido llegar al colmo o estrambote de la canallería, con motivo de la muerte de Rita Barberá. Me refiero a la repugnante representación parlamentaria  de Podemos, que se ha permitido ausentarse de la Cámara para no compartir el minuto de silencio, humanamente solicitado en memoria de la Senadora trágicamente asesinada por tanto ataque y ensañamiento, nadie sabe si con un mínimo de verdad.

Estos bestias harapientas, sin principios de ninguna clase, viven dedicados en exclusiva a enardecer al populacho -que no pueblo ni gente, mucho más honorables- para sembrar u acrecer en el cada día sensaciones  de venganza, revancha, rencor, odio y violencia en potencia, que nos están conduciendo Dios sabe a qué despeñadero.

Imagino que esa cobardía permanentemente instalada en la derecha sociopolítica tendrá un límite, y cuando llegue se plante cara y se utilicen los mismos o más duros métodos aun que practica este hatajo de canallas, sin Dios, Patria ni honor; tan solo pertrechados con sus harapos materiales y espirituales; si es que tienen espíritu.

Quiero terminar, como residente en Madrid y adorador de la bellísima capital valenciana, rindiendo homenaje a que la Valencia de hoy no se parezca en nada a la del pasado gracias fundamentalmente a dos personajes: Francisco Franco, que hizo posible el engrandecimiento urbanístico de la ciudad, ordenando  y ejecutando el desvío del peligroso Turia, y Rita Barberá, que en sus muchos años de mandato municipal, realizó brillantemente ese desarrollo urbanístico increíble y sin par en cualquier otro rincón de España, por su magnificencia, originalidad, belleza y comodidad. Que Dios, que tan clara señal nos ha dado con la muerte de Rita contra ese populacho que solo sabe de rencor y de odio, acoja en su seno a la inigualable Alcaldesa fallecida y que los valencianos todos tengan la grandeza de rendirle el homenaje que se le debe.

 

24 noviembre, 2016

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