Madrid, Opinión

Puigdemont, ese chiste sin gracia

Pocas cosas resultan tan distraídas en una tarde de otoño como la de contemplar a un señor con moderados poderes, que ha perdido la noción de las categorías, y que actúa como como un rey absoluto y absolutista. Carles Puigdemont Casamajó, (Amer, 29 de Diciembre de 1962), más que el Molt Honorable President de la Generalitat, es un chascarrillo sin gracia.

Los que chanelan de esto, o sea los plumillas nacionales, a izquierda/derecha se ponen muy rebeldes y cansinos contra el aspirante a régulo catalán. A lo mejor la cosa no sea para tanto. El señor Puigdemont no desciende en absoluto de los viejos catalanistas. In illo tempore aquellos nobles varones postulaban un catalanismo que llevaba de una forma propia y connatural la moderna idea de federalismo peninsular, tan audaz y progresista, y que bien hubiera podido ser una solución para España y para la República.

Pero Puigdemont no habla de lo que hablan los grandes poetas de la raza y el país, él ignora al Estado. Está negociando Cataluña como si fuese una pieza de paño de Tarrasa. En sus apariciones televisivas tiene momentazos que son propios de una tira de cómic. Sin autoridad legal, política ni social pretende convocar un referéndum de autodeterminación y olvida que la soberanía nacional no se trocea.

Por otro lado, tengamos en cuenta que Puigdemont se enfrenta en la Capital con Mariano Rajoy, que, a simple vista, es mucho más inteligente. Puigdemont está jodiendo mucho en los últimos meses con la coña de los referéndum, las amenazas encubiertas y los euretes, y parece que no se ha enterado, o sea que no se aclara de quién tiene delante. A la chita callando, Rajoy cobra las cabezas de sus deuteragonistas, advenedizos y frikis de distinto pelaje, y las coloca en la puerta de la Moncloa muy decorativas, estéticas y ornamentales. Incluso a Pedro Sánchez, ex Secretario General del PSOE, lo tiene ya en su Kindergarten. Mariano hace caza mayor y acierta a los elefantes ideológicos entre los ojos, como Ernest Hemingway.

Carles Puigdemont no es un elefante, sino un faldero circense amaestrado, y yo, que ya sólo espero a los Reyes Magos, aguardo el día en el que Mariano decida cobrar la cabeza de Puigdemont.

Puigdemont no representa a la auténtica Cataluña y los catalanes lo saben. La Moncloa tiene una picota libre que espera la torpe y estólida cabecita del Molt Honorable Puigdemont. Ustedes y yo lo veremos. Cuestión de tiempo.

@marisaarcas

11 diciembre, 2016

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