Madrid, Opinión

6 DE OCTUBRE DE 1934: revisitando la Historia de España

Los medios de comunicación catalanes, hasta la otrora  superconservadora «Vanguardia Española» (que así se llamó el órgano de los Godo durante muchos años, hasta el «recomienzo de la locura separatista), se pasan el día hablando del manoseado referéndum que los independentistas de todos los pelajes están dispuestos a ¿celebrar?, vulnerando e ignorando los continuos mandatos de la Ley y la Constitución, que no solo desobedecen sino que incluso se burlan de ellos abiertamente.

Se amparan para su vileza en que no proceden con violencia, que es el Estado quien se niega a dialogar sobre su referéndum traidor, y que ellos solo pretenden pronunciarse democráticamente (¡Ay, el repugnante paraguas democrático hasta para creer en Dios o no!) SOBRE ALGO QUE NO ES SUYO -EL TERRITORIO DE CATALUÑA -SINO DEL CONJUNTO DE LOS ESPAÑOLES.

Con todo, lo peor, instrumentalmente, no es esa actitud política y mediática rebelde, separatista y traidora. Lo peor es que, fracasados hasta la saciedad y desde hace ya largos años los «serenos» y excesivamente prudentes intentos legales y pacíficos del pasivo Gobierno popular y los del no menos inútil Poder Judicial (ese que envía, en número y medios, espectaculares efectivos policiales para detener «corruptillos» o «imputadillos» de poca monta y no se atreve a enviarlos parta detener de una vez la cuadrilla de traidores institucionales de Cataluña), LAS TRES  GRANDES INSTITUCIONES HISTÓRICAS DE LA NACIÓN Y ESTADO – EL TRONO, LAS FUERZAS ARMADAS Y LA IGLESIA- OMITEN CUMPLIR CON SU DEBER Y GUARDAN UN SILENCIO CÓMPLICE CON LA INUTILIDAD GUBERNAMENTAL Y JUDICIAL.

El Artículo 8º de la Constitución dice meridianamente claro que las Fuerzas Armadas tienen la obligación de garantizar la integridad territorial de España, y se supone que condenar verbalmente a quienes del mismo modo la atacan impunemente. Pues, nada, silencio. Su Majestad el Rey, que además de Jefe del Estado ostenta el mando supremo de las Fuerzas Armadas, también nos obsequia o con su silencio o con complejas componendas y llamamientos inútiles a la cordura de los traidores. Y, bueno, para que hablar de la cada día más interesada Conferencia Episcopal en conservar sus chollos económicos y patrimoniales.

Todo ello me lleva a la evocación nostálgica de aquel magnifico español, y catalán de corazón y cuna, el General Batet Riutot, por el 6 de octubre de 1934, fecha  en la que el traidor President Companys de la Generalitat se atrevió a proclamar unilateralmente el «Estat Catalá», General en Jefe de la Guarnición militar del Ejército de Tierra en Cataluña, Companys, perpetrada su traición desde el balcón de la Generalitat, se dirigió al General recabando su apoyo  a su proclamación.

¿Saben o recuerdan cual fue la esplendida respuesta del General, sin más consultas ni componendas, consciente de su deber? Pues presentarse en la Plaza de Sant Jaume con dos cañones de 75 mms, y por megafonía, instar a Companys y su Gobierno traidor a deponer su actitud inmediatamente o que disparaba sus piezas. No se echaron atrás……y DISPARÓ.

Como reconocía muchos años después el «reciclado nacionalista» Tarradellas, que fue quien me lo contó, les cayó el artesonado del techo en la cabeza y se acabo la rebelión a la hora y media de haber comenzado (ahora llevamos 5 años aguantando). Por cierto, que Tarradellas, al relatarlo, comentaba: «otra vez no». Ese fue todo un militar, sabedor de cuál era su deber ante la rebelión y la traición al Estado y Nación a la que servía, la española.

Este espléndido General Batet fue condecorado por la II Republica con  la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima recompensa militar, por sofocar tan rápida y eficazmente el levantamiento. Por supuesto y como siempre sucede con la cobardía burguesa, SIN VIOLENCIA. Todos los tratadistas en filosofía política están de acuerdo que el atributo principal para el reconocimiento de un Estado es la FUERZA. ¿Por qué pues ese miedo a utilizarla cuando de defender la unidad de la Patria se trata? Desgraciadamente dos años más tarde el General Batet, en todo leal a la Republica, se negó a secundar el Alzamiento del 18 de julio del 36. Y Franco, torpemente empujado por Mola, que tenía inquina a su jefe Batet por no haberse sublevado, le hizo Consejo de Guerra y lo fusiló.

 

4 enero, 2017

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