Opinión

Jordi, el papá de Oleguer Pujol

El ex Molt Honorable, Jordi Puyol i Soley, caballero galante de la pasta canalla, es el papá de Oleguer Pujol, ese chico que ahora sale en la tele acusado de blanqueo de capitales.

Jordi Puyol es ese aprendiz de hidalgo tardío que ha almenado su vida de gloria política y financiera subiéndose, con prisas de parturienta primeriza, a los ferrocarriles del dinero de una España renovada y urgente, corrupta, europeista y pesetaria. A lo del señor Pujol y familia una no lo llamaría pelotazo, sino chapuza, trapiche, amaño de un manos que no sabe y que, puesto a inventar el oro falso, le asoma por todas partes la trampa de los papeles y el cartón de su acartonada edad.

Jamás Cataluña había exhibido tan rico naipe de palabrones, figurantas, dátiles, perfileros, barraganas, sombrones, pilletes y rasta cueros (rastacueros viene de Francia:”arrastracueros”, que es como llamaban en Paris a los argentinos enriquecidos con el comercio de pellejos). Y puede que Jordi Pujol no sea sino un rastacueros que ha arrastrado los pellejos de la peseta, los pellejos de Cataluña, los pellejos de parientes y amigos, por las saletas y antecámaras de ignotas entidades bancarias.

Pujol, afanador sin gracia, torre destituida, todo un caballero, milord de malas costumbres, mentidor oficial en su reino, es hoy la metáfora bien planchada de una España soplona, empeñista, con los puños de la camisa largos, blancos, como albas de honradez, y la mano de artrosis y rapiña.

Adiós, Jordi Pujol, adiós y hola, Oleguer Pujol, de nuevo ustedes por aquí, cuando les dabámos por tundidores de sombras en los calabozos de su soledad, en los exilios de su mala conducta. Pero la vida sigue, la verdad es un viejo topo que trabaja en las bodegas del calendario y han salido más cosas, más misterios, más monedas, calderilla de oro, en su confusa biografía manuscrita con temor y temblor en los periódicos, los jueces y la calle.

Pujol, esmerilado ya de confusiones, asiduo de la trampa, galápago con corbata, papá de Oleguer y compañía. Ha engañado usted a Hacienda, España, Cataluña, a sus votantes, a jueces y fiscales. Ahí está lo probado más lo no probado. Canónigo del diablo en catalán, hay quien le admira y le estima. A mí, lo que revienta, hombre, no es que sise, no es que se lo lleve, sino que lo hace mal, que se le nota. No le reprocho nada por trinconero sino por manos. Las cosas se hacen bien, coño, o no se hacen.

@marisaarcas

 

14 enero, 2017

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