Opinión

“Como Dios mandaba” o la crisis ética de la sociedad española

No hay en nuestro maravilloso idioma español -el más rico del mundo en vocabulario – una frase más expresiva de toda nuestra tradición  e historia política, social, familiar y compañera como aquella que rezaba: «COMO DIOS MANDA». Servía para indicar que las cosas, fueran las que fueren, estaban de acuerdo con el orden socio-católico establecido y que, lo quieran o no los rojos y ateos militantes, ha impregnado toda nuestra existencia como nación y sociedad.

Indicaba perfectamente que un niño/niña estaba bien educado e «instalado» en los Santos Sacramentos, desde el Bautismo hasta el Matrimonio. Servía para constatar la honradez en el desempeño del trabajo o tarea de cada uno. Reflejaba el comportamiento puro y decoroso de las jovencitas  que habían de convertirse más tarde en señoritas, señoras y damas. Hacía entender que este o aquel noviazgo eran formales, de acuerdo con las normas establecidas para ser una adecuada etapa prematrimonial, en la que las hijas se preparaban para entregarse en manos de hombres/maridos formales, honrados y con recursos para mantener la familia que iban a crear.

Servía para entender, en la prestación del Servicio Militar, la fórmula del juramento a la Bandera, aquel que decía: «¿Jurarías a Dios y prometéis a España, besando con unción su Bandera, respetar y obedecer siempre a vuestros jefes, no abandonarles nunca, y derramar, si preciso fuera, hasta la última gota de vuestra sangre en defensa del honor e independencia de la Patria?». Era lo «que Dios mandaba» para con España, esta vez unida a la esplendida formula que presidia las entregas de Bandera. «La Patria entera, para vosotros sagrada, palpita en esta Bandera que os entrega la nación, traidor es quien la abandona o la vuelve mancillada, y la Patria no perdona el crimen de la traición».

Igualito que todo lo que desgraciadamente estamos viviendo, ¿eh? ¡Qué risa y qué asco! Las pobres criaturas, a cientos, a miles, se ven privados por la ignorancia y malevolencia atea del Bautismo, la Comunión etc, que de esa forma crecen como animalitos ayunos de la gracia sacramental que sus progenitores ni conocen, ni comparten, ni respetan.

Como ya no importa comportarse en el trabajo como Dios manda «no robar», ¿por qué privarse  de toda clase de comportamientos corruptos y delictivos? Sin un Dios que mande y en el que creer ¿para qué se van a privar tantas y tantas jovencitas de portarse como libertinas sexuales, sin el menor propósito  de convertirse nunca en señoritas ni señoras, practicando un lenguaje machista y repugnante?

Y nada de noviazgos formales y adecuados para crear familias estables y decentes. Solo emparejamientos fuera y lejos de la Ley de Dios, protagonizados por insensatos e irresponsables que, sin medios, recursos ni trabajo (ni ganas ni cualificación para tenerlo) se dedican no obstante a traer hijos a este mundo, que naturalmente han de «endosar» al cuidado de los mayores. Todo ello invirtiendo la más elemental «ecuación social», que se desarrollaba – «Como Dios mandaba» – cuidando los jóvenes y maduros responsables de los mayores, y no al revés como viene sucediendo con generaciones enteras y desde hace ya muchos años de ateos, rojos, vagos, ignorantes e inútiles.

Y, por supuesto, esas generaciones de hombres y  mujeres, privadas por el estúpido señor Aznar  de la obligación del Servicio Militar, sin posibilidad de prestar un servicio a su Patria, en el que se les inculcaba orden, obediencia, disciplina, trabajo, esfuerzo, resistencia, honor y veneración por su Bandera. O sea, desaparecida la obligación de servir a Dios y a la Patria.

No queda nada de aquel maravilloso «COMO DIOS MANDA». Por ello, con enorme tristeza y asco, me veo obligado a titular estas líneas «COMO DIOS MANDABA» en una sociedad organizada y respetable y no este conglomerado de vagos, ignorantes, indeseables, caraduras, irresponsables e insensatos, dispuestos a sobrevivir como sea y como animales, sin Dios, sin Patria, sin familia y sin honor, término este tan desaparecido como el de Dios mandando en nuestras almas y corazones.

Pero no se preocupen que toda clase de infamias en todos los órdenes caben bajo el paraguas libertario de la democracia, defendiendo que todo el mundo haga lo que le venga en gana, sin resto de deber alguno. Esta porquería es la que nos ha propiciado conjuntamente la agresividad del rojerío ateo y la tolerancia de la cobarde derecha sociopolítica española y el no menos increíble silencio de las Instituciones históricas: La Corona, La Iglesia y las Fuerzas Armadas.

 

16 enero, 2017

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