Madrid, Opinión

 ¿IGUALES ANTE LA JUSTICIA?: Doña Cristina en el espejo de los españoles

Con motivo de la repetida hasta la saciedad sentencia sobre los implicados en el caso Noos, entre los que -como saben todos- se encuentra la Infanta Doña Cristina de Borbón y Grecia, se han suscitado lógicamente cantidad de comentarios, casi todos basados en el odio, el sectarismo o sobre todo en «lugares comunes». Por supuesto los de Podemos e IU han arremetido contra la absolución, afirmando que si existiera de verdad igualdad ante la Justicia habría sido condenada. Parecida ha sido la reacción de los separatistas catalanes sentados en el banquillo. El bloque mayoritario, formado por PP, PSOE y Ciudadanos  se ha felicitado de la decisión del tribunal, acudiendo a recitar lugares comunes.

Y es que lo que trato de razonar aquí es que el veredicto de que hablamos no es ni más ni menos justo que cualquier otro, lo que no significa que «seamos iguales ante la Justicia». Muchos políticos se han llenado la boca «recitando»/recordando  que «vivimos en un  Estado de Derecho», «que todo el mundo está bajo el imperio de la Ley, ni por encima ni por debajo», «la ley se aplica sin ningún tipo de distinción»… etc etc… pero todo ello no significa que sea cierta la frase pronunciada, en relación con el caso de su hija, por el Rey Juan Carlos en su último mensaje de Navidad como Rey en ejercicio. Dijo entonces: «todos somos iguales ante la justicia».

Ni lo somos, ni debemos serlo ni podemos serlo. No debemos serlo porque, ante la comisión de un delito cualquiera, la justicia no debe ser igual de dura con un ciudadano desconocido de a pie que con un dirigente, político o gobernante de relevancia reconocida, ya que éstos, por su deber de ejemplaridad, son más responsables, que para algo existen en el Código Penal los atenuantes y las agravantes. O sea, todo lo contrario de lo que afirma el envidioso y rencoroso rojerío, que la justicia es menos dura con los relevantes que con los desconocidos y no al contrario.

Pero es que, debamos o no ser iguales ante esa justicia, que como utopía suena muy bonito y como propósito a conseguir, ejemplar, la verdad es que no podemos ser iguales ante la justicia. En primer lugar porque el Código Penal, como todos los Códigos, no puede recoger toda la casuística delictiva de la raza humana, aunque lo intente, ni esa casuística es la misma en todas las épocas (la mejor prueba de ello es que son reformados muchas veces).

Pero, sobre todo, es imposible que todos seamos tratados por la justicia de forma igualitaria porque quienes tienen que impartirla -los miembros de la Judicatura en todos sus cargos – lo hacen, como toda acción humana, de forma discrecional e interpretativa, derivada de su mejor o peor formación, de su forma de pensar y sentir, de sus emociones, e, incluso, como nos estamos cansando de ver en estos últimos tiempos, de su grado de politización, siempre negada pero en tantos casos innegable.

Así que en el caso de Doña Cristina y el resto de implicados en el caso Noos, habrá tenido lugar esa natura influencia de las circunstancias personales de los magistrados, pero no por el caso particular de la pertenencia y origen de la Infanta en la Familia Real, SINO PORQUE SUCEDE EN TODOS LOS CASOS, que para eso somos humanos, y los jueces también. Así que en un  Estado de Derecho, imperfecto como todo lo  humano; todos bajo el imperio de la Ley como propósito utópico, pero siempre teniendo en cuenta que, por montones de circunstancias, PARA NADA SOMOS IGUALES ANTE LA JUSTICIA. Si alguna vez han de comparecer ante ella, que tengan suerte con quien haya de juzgarles, que esa será la clave de su suerte, dada la enorme flexibilidad del Código Penal en su aplicación según la discrecional interpretación que el juez haga de él.

19 febrero, 2017

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