Opinión

¡Qué diferencia! Hablemos de Cataluña, ayer y hoy…

El empecinamiento mesiánico independentista del ex President de la Generalitat de Catalunya, Artur Mas, desobedeciendo  la sentencia cautelar del Tribunal Constitucional de España de suspender la consulta sobre la independencia del 9 .N-2015, ha sido ¿castigado? por una Justicia feble y nada rigurosa con la «terrible» condena de dos años de inhabilitación para el ejercicio de cargo público y una multa que seguro no pagará de su particular bolsillo.

Tan rigurosa decisión del pomposo Tribunal Superior de Justicia de Catalunya solo ha servido, en el proceso y su final, de alarde mitinero independentista y propaganda para los acusados. Y, encima, se atreven a tacharla de injusta.

Inaudito que el débil y cómplice tratamiento judicial a semejante rebelde, sedicioso y traidor se califique de semejante modo, y el condenado se permita proclamar públicamente que volvería a hacer lo mismo, ante el Tribunal desacatado. Es vergonzoso el extremo al que está llegando la inexistencia del Estado de Derecho, del que se supone forman parte el Poder Ejecutivo -el Gobierno de la Nación-, que contempla con absoluta pasividad el espectáculo, y el Poder Judicial, que a fuer de «buen catalán» deja de ser Poder del Estado para convertirse en Poder cómplice del independentismo.

El título de estas humildes e indignadas líneas -¡Que Diferencia!- se refiere a la tremenda diferencia, valga la redundancia, entre lo que le acaba de suceder al ex Prsident Artur Mas en el año 17 del siglo XXI, por intento de proclamar la in dependencia de Catalunya como resultado del  referéndum ilegal del 9-N, en una democracia moderna y consolidada, y lo que le sucedió al President Compannys de la misma Generalitat, al proclamar el 6 de octubre de 1934,el «Estat Catalá», DENTRO DE LA REPUBLICA CONFGEDERAL ESPAÑOLA.

Es decir, ni siquiera se atrevió a proclamar la independencia, sino ese «larguihuevis» del «Estat» dentro de la Republica confederal española, a la que, eso sí, rebautizó de «confederal», que no lo era. Pues bien, habiendo ido menos lejos que los actuales y empecinados independentistas, ya sabemos históricamente que recabo la adhesión del General Batet, Jefe de la División Orgánica Militar de Catalunya y catalán por los cuatro costados de su genética; que este se presento en la Plaza de Sant Jaume con dos piezas de Artilleria de 75 mms y que, por vía megafónica, instó a la Generalitat sublevada a deponer su actitud o amenazo con disparar. No la depusieron y DISPARÓ UNA SOLA VEZ, acabando así en un momento el episodio independentista contra la legalidad del Estado republicano de 1931,

Posteriormente el President Compannys fue juzgado en Consejo de Guerra sumarísimo y CONDENADO A MUERTE por la República, aunque dicha sentencia no llegara a ejecutarla aquella Republica por el triunfo anarco/separatista en la Catalunya de julio de 1936,y tuvo que esperar tal ejecución por traición al advenimiento del victorioso Franco 1939.

Como ven, una enorme diferencia entre lo que costaba traicionar la unidad nacional española en la democrática Republica de 1931 y en el denostado Franquismo del 39, con lo que cuesta hoy hacer lo mismo; que hoy no hay violencia ni lucha armada por la independencia, como tampoco la hubo entonces, salvo el aislado cañonazo ordenado por un General catalán de pura cepa, lo que hizo por la traición de la Generalitat.

Añadamos o recordemos cómo la lealtad del General Batet a la República, negándose a secundar el Alzamiento de julio del 36, le costó ser fusilado por las autoridades franquistas, a pesar de haber sido condecorado con  la Laureada, la más alta condecoración militar, por su represión del golpe independentista del 34.

 

Manuel Monzón

15 marzo, 2017

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