Nos sorprende el comienzo del puente de San José con el anuncio periodístico del inmediato anuncio de ETA de su autodesarme unilateral y a su manera. Llevamos años y años, cinco desde el cese de toda violencia por parte de ETA, intentando convencernos de que la organización terrorista vasca es dueña de su destino, y, consecuentemente de su autodesarme. Y esto es una falacia gigantesca, que, sin embargo, nuestra máxima autoridad eclesiástica católica y nuestro Gobierno juegan a que así lo aceptan o aceptarían.
Lo que ETA puede y debe hacer no es disolverse y desarmarse a su voluntad y por el procedimiento que quiera, entregando las armas que quiera a través de alguna organización o testaferro amiguete, a través de instancias o medios de comunicación internacionales, y borrón y cuenta nueva, como si por tales acciones se le concediera a todos sus miembros una amnistía que no merecen en absoluto.
Monseñor Blázquez, Presidente de la Conferencia Episcopal española y «sospechosillo» ex Obispo de Bilbao sin ser vasco, ha afirmado que «lo que ETA debe hacer es desarmarse y disolverse, sobre todo si piensan dedicarse a la política. ¡Qué barbaridad, Monseñor! Todo analizado como si de lo que se está hablando es de un derecho a voluntad de la banda terrorista, entregando las armas que quiera -desde luego nunca entregaran los que tengan huellas de los que quedan sueltos- a quien/quienes quieran y ahí se acabo todo.
De ninguna manera es esto así. Lo que se le debe exigir a esta cuadrilla terrorista, que ha cesado en su violencia porque ya no tenía el menor eco ni apoyo en al País Vasco, donde reina a placer la organización política derivada de ella, por el más mínimo respeto a los 829 muertos asesinados, junto a centenares de heridos y mutilados, durante 43 años de horror por toda a España, y por los más de 300 asesinatos sin aclarar, NO QUE SE DISUELVAN Y DESAPAREZCAN COMO SI DE UNA AMNISTÍA SE TRATARA, SINO QUE SE RINDAN AL ESTADO AL QUE TANTO DAÑO HAN HECHO, QUE SE ENTREGUEN TODOS SUS MIEMBROS PARA RENDIR CUENTAS A LA JUSTICIA, QUE PIDAN PERDÓN Y MUESTREN ARREPENTIMIENTO Y ENTREGUEN LAS ARMAS A LAS FUERZAS DE seguridad ESPAÑOLAS.
Todo lo demás es una pura filfa y un tratamiento a esta gentuza como si se tratara de un enemigo en una guerra decente, que es lo que ellos han pretendido siempre y nuestras débiles autoridades eclesiásticas y políticas nos quieren hacer tragar.
Manuel Monzón
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