Opinión

EL ABUELAZO: los riesgos de hacerse mayor en España

Imagen: MAIKA SALFUERO

 

Con este superlativo quiero resumir, antes de entrar en detalles, el conjunto de amenazas, riesgos e incomodidades de todo orden que se ciernen, cuando no han «aterrizado» ya, sobre los «abuelos» o personas de mayor edad de este país.

 

La primera de esas amenazas es la falta generalizada de respeto, junto al desprecio y la indiferencia por todo pensamiento o sentimiento, y no digamos necesidad, de los mayores, que solo algunos, más aparentes que reales, esfuerzos oficiales intentan paliar sin éxito. Lo contrario de la leyenda que preside el Instituto de Personas Mayores de la República Popular de China, tan denostada por su vulneración de los derechos humanos y sin embargo a la cabeza del cuidado de sus mayores.

 

Comportamiento ejemplar, respetuoso y deferente con los mayores, en la sociedad en general, y en particular, en el seno familiar. Dice así: «Cuando muere un anciano es como si ardiera una biblioteca». Como aquí, vamos, donde la muerte de un anciano solo significa la desaparición de un estorbo, más acentuado si en vida se le ha ocurrido ahorrar cuatro perras de las que puedan beneficiarse sus familiares.

 

En segundo término figuran las amenazas que pudiéramos denominar como «oficiales», en forma de «bombardeo político progre/mediático» hablando del peligro que corren las pensiones, miserables en su inmensa mayoría, de verse reducidas o incluso desaparecidas, debido a la brutal disminución de cotizantes jóvenes y adultos y la fatal gestión económico/fiscal de este Estado de las Autonomías, imposible de mantener en su montante actual de 84.600 Millones de Euros anuales.

 

Y no menos aterradora se presenta la amenaza eutanásica, disimulada siempre tras la mentira de «la muerte digna» (como si ante el horror de la muerte inevitable importe más o menos si es más o menos digna),cuando en realidad esconde el propósito de la «muerte necesaria» de los ancianos, tal y como ha afirmado recientemente nada menos que la Presidenta del Fondo Monetario Internacional, Cristine Lagarde, al decir: «los ancianos viven demasiado y eso hay que arreglarlo»; no nos va a quedar sino la esperanza de que el «comando eutanásico» que venga a liquidarnos lo haga de manera que nos demos cuenta.

 

Junto a lo dicho, y en tercer lugar, hay que reseñar la amenaza familiar, en forma de generaciones de hijos abusando de sus mayores, bien de su tiempo, atenciones y cuidados o, peor, no solo  de eso sino también de sus recursos económicos que apenas una vejez digna.

 

Los amenazantes del tiempo son aquellas parejas -el matrimonio y  su consecuente compromiso está prácticamente desaparecido- en las que trabajan ambos «parejantes» y endosan los hijos/nietos a los abuelos, en las jornadas laborales por necesidad y en las festivas o muchas de ellas porque los papás también «tienen derecho a distraerse y divertirse un poco».

 

Esa amenaza, no obstante, la protagonizan los menos: la peor es la de las parejas o «sin pareja estable» que se permiten traer hijos a este mundo, sin recursos, sin trabajo y sin cualificación ni ganas de tenerlo. Este tipo de insensatos/irresponsables no solo endosan a los hijos/nietos en tiempo y atención, sino en el terreno económico, exprimiendo las, en su gran mayoría, débiles o debilísimas economías de los abuelos.

 

En fin, un autentico «plan» ser mayor o anciano  en estos tiempos de tantas virtudes, que no está quedando ninguna que aconseje o exija cuidarlos. ¿Por qué no hay disposiciones legales que eviten tener hijos a esos golfos sin recursos ni preparación alguna o que permitan quitárselos, dándolos a la adopción o acogida y no arriesgar a las pobres criaturas a crecer bajo semejante gentuza?

Manuel Monzón

27 marzo, 2017

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