Opinión

Egipto, las secuelas de las primaveras árabes y la incesante yihad

El ex dictador egipcio Hosni Mubarak

Desde que en el albor de los años 50 fue derrocada con toda justicia la medieval y pseudoteocracia del Rey Faruk en Egipto y su sumisión al Imperio británico, solo interesado por  el control del canal de Suez y para nada interesado en el pueblo egipcio, el líder de su derrocamiento, el General Nagib, y su sucesor, que a su vez derribo a Nagib, el Coronel Gamal Abder Nasser, establecieron un Régimen lo más parecido al Franquismo en la historia  moderna.

Este Régimen adopto la forma de «dictadura militar progresista» que, a diferencia del Franquismo, fue hereditario y en manos siempre de un militar, pendiente de la paz internacional y el bienestar de su pueblo. Era lo que pudiéramos llamar un «Régimen confortable» como lo fue el Franquismo.

No obstante ese «confort político/social», del que para nada protestaba el pueblo egipcio, el País del Nilo no pudo librarse de la gran «tontuna» pseudodemocrática que la CIA puso en marcha el 2011 en todos los países norteafricanos y de Oriente próximo, llamada la «primavera árabe».

La tal «primavera» solo tuvo éxito en Túnez; en todo el resto de la ribera sur del Mediterráneo, como antes había sucedido en Afganistán, quienes se apoderaron del control «primaveral» fueron los islamistas radicales, confundiéndose «lo árabe» con» lo islamista», que no islámico, siempre respetable. En el caso de Egipto fueron los «hermanos musulmanes» los encargados de derrocar el Régimen militar, liderado en su Presidencia por el General Hosni Mubarak, que fue hecho prisionero, juzgado y condenado a muerte y posteriormente cadena perpetua por haber intentado reprimir la rebelión.

Bien pronto, sin embargo, la terrible prisión de Tora, a sus 82 años, le fue aliviada a Mubarak por la estancia, en régimen privilegiado, en el hospital militar de El Cairo. Y es que Egipto rápidamente comenzó a comprender la injusticia cometida con el ex Presidente para dar paso a los falsamente «primaverales» «hermanos musulmanes» mucho más rechazables por su yihadismo más extremista.

Y pronto, en 2013, otro General, Abdul Fatah Al Sisi, se convirtió en el nuevo Rais, denominación del Jefe de Estado egipcio desde la caída de Faruk, derrocando al islamista Mohamed Morsi, que, engañando al pueblo egipcio con la «primavera» había ganado las elecciones que ilusionadamente siguieron  a la  revuelta que derribó a Mubarak, hoy puesto en libertad con honor. Al Sisi ganó las elecciones de 2014  y el viejo y «confortable Régimen militar» fue restablecido por la voluntad popular.

La puesta en libertad del anciano Mubarak ha sido el símbolo de ese restablecimiento de un orden militar que, aparte de su legendario fundador, Gamal Abdel Nasser, contó con el Anwar Al Sadat, el único líder árabe que, tras las conversaciones de Camp David, se atrevió  a reconocer al estado de Israel y firmar con los hebreos una paz duradera, después de las guerras habidas entre ambos países en 1948,1956,1967 y 1973, lo que le costó ser asesinado por el yihadismo. Ya ven, amigos, un Régimen militar que vuelve por la vía democrática y deseado por el pueblo egipcio.

Manuel Monzón

29 marzo, 2017

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