La detención se produjo a través de la denuncia de la víctima

Las autoridades policiales detuvieron a tres porteros de una discoteca situada en el distrito de Centro de la capital al haber agredido presuntamente a un cliente del lugar mientras este fumaba en las puertas del local. Fue el herido quién denunció los hechos y, poco después, los funcionarios pudieron confirmarlos a través de varios testigos que afirmaron que dichos empleados pegaron al cliente “con gran violencia”.

El herido explicó que sufrió la agresión de madrugada, momento en el que salió con su cuñado del local para fumar. Entonces, los tres porteros de la discoteca se dirigieron a él reprendiéndole por ponerse a fumar a las puertas del establecimiento. Justo después de la reprimenda procedieron a asestarle patadas y puñetazos tanto en la cara como en la cabeza. Por esa razón tuvo que ser asistido por facultativos del Samur-Protección Civil para luego ser llevado al servicio de urgencias de la Fundación Jiménez Díaz. Fuentes policiales resaltan que acabó perdiendo dos dientes y con puntos de sutura en el mentón.

El grupo de lesiones de la comisaría de Centro se puso en contacto con el gerente del local, con la pretensión de que les proporcionara la identidad de los tres presuntos agresores. Asimismo, quiso saber si los tres individuos contaban con el carné profesional que proporciona la Comunidad de Madrid para poder controlar el acceso a la discoteca.

En el trascurso de la investigación los agentes policiales dieron con un testigo que subrayó que los presuntos atacantes contaban con conocimientos de defensa personal y que dominaban la ejecución de golpes, concluyendo que se trataba de una “agresión profesional”.

Tras identificar a los tres guardaespaldas, la Policía Nacional procedió a su detención. El primero de ellos era Traian C., de 35 años y de origen rumano que cuenta con un antecedente por atentado a agente de la autoridad; seguido de Rubén G. E., español de 32 años que fue arrestado por malos tratos en el entorno familiar, y Nicusor C., rumano de 43 años que ya había sido detenido por un delito de lesiones. El español, como cooperó con los agentes y les aseguró que acudiría a los juzgados el día en el que fuera citado, quedó en libertad con cargos; mientras que los otros dos pasaron a disposición judicial.

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