LifeStyle

Mocasines: sinónimo de elegancia

EEUU buscaba un estilo propio para hacer frente a la importación de las localidades inglesas dedicadas a la fabricación de calzado. En 1930 lanzó al mercado un modelo de zapato blando y sin cordones cómodo y confortable. Más o menos por las mismas fechas un fabricante de la Costa Este, trajo a su vuelta de un viaje a Noruega un zapato tipo mocasín cosido a mano. Se trataba de un modelo que usaban los pescadores escandinavos. Resultaban tan cómodos que ya los utilizaban los primeros comerciantes a y finales del siglo XVIII los colones norteamericanos los enviaban a Europa.

La innovación hizo añadir una suela gruesa para lograr un modelo más duradero, atractivo y adecuado para el mercado americano, además, de lo que se convertía en el detalle más apreciado del diseño: el antifaz, una pieza de piel sobre el empeine con una ranura. Fue tal la popularidad que adquirió el mocasín de un día para otro, que quienes lo usaban podían afirmar que “iban a la última”.

En 1952 se incorporó las borlas también al empeine. La lazada atada en la parte superior del empeine rematada por un nudo de cuero no solo era un rasgo de distinción; también sugería que el zapato se ajustaba tan bien sin cordones.

Con su carácter informal, comodidad y cierto aire descuidado, el mocasín es sinónimo de elegancia y clasicismo en el vestir del hombre. En la década de 1960 empezó a utilizarse cada vez más, no sólo durante los fines de semana sino también en ámbitos laborales y profesionales.

 

12 julio, 2017

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