Opinión

Carta a refugiados e inmigrantes

Estamos muy felices de que hayáis decidido venir a nuestro país. Nos sentimos muy honrados de vuestra elección. Sólo tenéis que cumplir algunas formalidades para tener la seguridad de que ustedes y mi país son compatibles.

Estáis aquí porque creemos en los derechos humanos. Y en nombre de esa creencia os hemos abierto las puertas de nuestro país. Pero con los derechos humanos también van las responsabilidades humanas. Para que podáis quedaros aquí, debéis convertiros en uno de nosotros, y para ello debéis estar preparados para ello y ser capaces de aceptar esas responsabilidades.

Tenemos una cultura nacional rica y antigua, que deberéis aceptar sin reservas, y deberéis ayudarnos a desarrollarla y protegerla contra las malas influencias. Si queréis, podéis conservar los recuerdos de la cultura nacional de vuestros países de origen, sobre todo lo tocante a la música, el baile, las artes visuales, la gastronomía y esas cosas. Pero debéis entender que si queréis vivir con nosotros, nuestra cultura debe prevalecer. En consecuencia, deberéis abandonar todos los elementos de vuestra cultura que sean incompatibles con la nuestra. Si no estáis dispuestos a ello o no lográis alcanzar ese objetivo, entonces os invitaremos a que os vayáis por donde habéis venido.

Tenemos un idioma nacional hermoso y expresivo, del cual estamos muy orgullosos. Pocos de entre nosotros son expertos en su uso, muchos hacen faltas cuando lo escriben o lo hablan. Pero los que hemos nacido aquí tenemos un derecho de nacimiento aunque cometamos errores. Nada de esto es permisible con vosotros: vuestra permanencia aquí debe de estar subordinada a vuestro dominio de nuestro idioma nacional. Claro está, os ofreceremos toda la ayuda que podamos para que la aprendáis y que podáis perfeccionar vuestras habilidades lingüísticas, pero si no lográis demostrar vuestras competencias orales y escritas en un plazo razonable, entonces os invitaremos a que os vayáis por donde habéis venido.

Tenemos muchas libertades, que valoramos por encima de todo. Una de ella es la libertad de religión: cada uno de nosotros es libre de elegir qué creer o si debe creer en algo. Somos una sociedad laica y los principios religiosos no deben nunca determinar nuestras leyes o nuestras políticas. Es muy importante que respetéis la libertad de religión, incluso la libertad de no tener ninguna religión. Los miembros de vuestra propia familia deben ser libres de decidir ser un neo-pagano, un pastafarista o un ateo. Si os negáis a darles esa libertad y si intentáis utilizar la religión como un factor de división o de discriminación, entonces os invitaremos a que os vayáis por donde habéis venido.

Otra libertad muy importante es la ausencia de discriminación. Nuestros conciudadanos gozan de los mismos derechos fundamentales independientemente de su sexo, de su orientación sexual, del color de su piel, de su origen étnico, de su edad o de sus capacidades físicas y mentales. Si descubrimos que discrimináis a las personas, entre ellas a miembros de vuestra propia familia, y que les negáis sus derechos, entonces os invitaremos a que os vayáis por donde habéis venido.

También tenemos la libertad de hacer y decir casi todo lo que nos place, siempre que nadie sea perjudicado por nuestras acciones ni se transgreda ninguna ley vigente. Si queréis ser uno de nosotros, debéis respetar esas libertades y esa independencia y ayudarnos a defenderlas. Siempre estamos debatiendo de los límites de lo que está permitido y lo que no, y no estamos dispuestos a perder ese derecho. Como recién llegados, tendréis que abandonar las nociones de lo que está permitido y lo que no en vuestros países de origen y esforzaros en comprender y aceptar las nuestras. Si intentáis privarnos de nuestra libertad, os invitaremos a que os vayáis por donde habéis venido.

Nuestra sociedad no es perfecta, tenemos problemas de toda índole y sufrimos situaciones difíciles que tratamos de superar y lacras sociales que luchamos por erradicar, pero después de siglos de esfuerzos y progresos, hemos llegado a alcanzar un cierto grado de vida civilizada con índices relativamente bajos de criminalidad. Si no estáis dispuestos a respetar nuestras leyes y pensáis en cambio en contribuir a un empeoramiento de nuestra calidad de vida y al aumento de la inseguridad, entonces os invitaremos a que os vayáis por donde habéis venido.

Nuestra relativa prosperidad es, sin duda, uno de los motivos que os han llevado a elegir vivir en nuestro país. Ese legítimo bienestar general nos ha costado mucho trabajo y penalidades. Ahora estamos cosechando los frutos del esfuerzo y sacrificios de generaciones anteriores. Si pensáis que váis a vivir aquí disfrutando de todas las ventajas y comodidades que tanto nos ha costado conseguir sin esforzaros para merecerlo y sin aportar nada a cambio, entonces os invitaremos a que os vayáis por donde habéis venido.

Para asegurarnos de que no haya malentendidos, os pedimos que leáis atentamente este texto y hagáis todas las preguntas que se os ocurran, sobre todo en aquello que pueda afectar a vuestras costumbres, vuestra cultura y vuestra religión. Os atenderemos con claridad y sinceridad, con respuestas tan precisas como sea posible. Una vez que estéis convencidos de que habéis entendido bien lo que os pedimos, deberéis decidir si prestáis este juramento:

Juro solemnemente:


Que deseo sinceramente ser uno de los vuestros, obedecer a vuestras leyes, adoptar vuestras costumbres, asimilar vuestra cultura y dominar vuestro idioma.

Que haré todos los esfuerzos posibles para convertirme en un valioso miembro de vuestra sociedad, respectado y aceptado.

Que renunciaré a todos los elementos de mi cultura y mis creencias que sean incompatibles con los derechos y las libertades que amáis.

Que hago este juramente voluntariamente y de buena fe. Que entiendo y acepto que seré expulsado si rompo este juramento.

Estas son las condiciones para que se os permita intentar ser uno de nosotros.

Si no queréis prestar ese juramento, os invitaremos a que os vayáis por donde habéis venido.

Yolanda Couceiro Morín

28 julio, 2017

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