Son ya ocho años trabajando por un mismo objetivo, desarrollando un mismo método, haciéndolo más eficaz con la experiencia, topándonos semana sí semana también con casos y casos (cada persona es un mundo)… y aún así, nos vemos obligados en cada uno de nuestros centros asociados a ‘Láserpuntura’ a hacer pedagogía del tipo de tratamiento: su duración, sus efectos, su esencia, el por qué de su eficacia…
Desde luego -es mi caso y el de los profesionales que han hecho conmigo este camino- lo hacemos encantados. En realidad estamos ante lo que parece: sin trampa ni cartón. Ante un sistema innovador de acupuntura mediante láser que en su aplicación no genera dolor; de un mecanismo de estimulación que sustituye a las agujas tradicionales; de la consideración de nuestros flujos de energía y los puntos en los que se concentran. Y así, con la suficiente ciencia, movemos al paciente en la dirección y el objetivo de dejar de fumar.
Es verdad que hay profesionales que utilizan el médico para acabar con dolencias como la artritis en ciertas articulaciones, incluso para aplacar los dolores de cabeza severos. Nosotros hemos conseguido perfeccionar, modestamente, una terapia que mientras conduce al paciente hasta la meta que le transforman en exfumador sofoca su estrés y su ansiedad. Y, en realidad, ambos fenómenos nos parecen ya indisociables: es cuasi-imposible que en medio de una situación estresante, una persona abandone el vicio del tabaco; y carece de sentido que esa misma persona se aleje de la cajetilla pero entre en una fase de nerviosismo, de falta de concentración, de sofoco… ése no es el fin.
En realidad no hemos dejado de estar ahí estas últimas semanas, porque va en nuestra vocación, en ‘Láserpuntura’ hacer llamadas de control y seguimiento a todos nuestros pacientes. Pero nos llena de ilusión certificar cómo crece la demanda en nuestras clínicas. Es bueno para la salud. Y, dicen bien los viejos de cada lugar y tienen razón, la salud es lo primero. ¿O no?
Sagrario García
Directora de Laserpuntura
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