Opinión

El mensaje del Papa en Colombia: ¿esperanza para quién?

El Papa Francisco, en su visita a Colombia y ante una reunión de protagonistas del conflicto civil y sus víctimas, ha «soltado» su «frasecita, correspondiente a lo «rojete» que es el Pontífice, de «¡Colombia, déjate reconciliar!». Lo que significa, Santidad, que se obliguen a reconciliarse las víctimas aguantando la impunidad pactada con las horribles FARC, responsables de decenas de miles de asesinatos y desapariciones, de la violación sistemática de miles de niñas campesinas, del reclutamiento de menores, de múltiples secuestros  y de apropiación ilícita de  tierras, aparte del narcotráfico que se financiaban.

Quizá  lo más escandaloso del pacto, rechazado  en referéndum en octubre de 2016 por la mayoría de la sociedad colombiana, incluida la Jerarquía católica que el Papa parece ignorar, sea lo relativo al endémico tráfico de drogas. Las concesiones hechas a las FARC en este terreno han disparado ese narcotráfico. Nunca en la historia de Colombia había habido tanta siembra y producción de cocaína, al suspenderse las fumigaciones de los campos de coca, derivadas del espléndido Plan Colombia; suspensión debida al acuerdo con las FARC incluido en el pacto general. Del mismo modo tampoco se ha continuado con la erradicación forzosa de plantaciones, ya que no se exigió a la organización guerrillera/asesina entregar esas plantaciones, sus laboratorios ni revelar sus rutas de distribución.

También hay que reseñar la nueva consideración jurídica del delito de narcotráfico en el caso de la guerrilla, estimado como «conexo al delito político y por lo tanto también sujeto a la amnistía». Lo que ha determinado que los jefes de las bandas más poderosas en este campo, como, por ejemplo, el capo del «Clan del Golfo»,  Dario Antonio Usuga, alias «octoniel»,  hayan anunciado su sumisión a la Justicia, confiando en las concesiones del Estado y en no ser extraditados. 

También se ha ha permitido a las FARC  que hayan de indemnizar a las víctimas de su maxi/terrorismo de tantísimos años con una parte ínfima del gigantesco patrimonio les atribuye y porque los acuerdos toleran que ese «dinero manchado de sangre» sea utilizado en el futuro para la lucha política, gracias a lo que ya cuentan con diez escaños en el Congreso.

Y ante este cúmulo de tolerancias abusivas, rechazadas en el referéndum antes citado por la mayoría del pueblo y la Jerarquía católica, ahora viene el Papa Francisco y con su «Colombia déjate reconciliar» lo que  hace es recomendar que los críticos a la impunidad  «traguen» y acepten reconciliarse con sus bestiales enemigos, que siguen siendo delincuentes y gentuza. Algo parecido a lo que aquí dijo en su momento Monseñor Blazquez, Presidente de nuestra Conferencia Episcopal, cuando ETA anunció la entrega de armas. Dijo que «ETA no sólo debía entregar las armas sino autodisolverse si querían incorporarse a la lucha política» o lo que es lo mismo, la amnistía de hecho si abandonan  su actividad terrorista. Como los acuerdos colombianos.

Manuel Monzón

12 septiembre, 2017

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *