Opinión

El pollo sustancia de la fantasía en España

Dice mi vecina que durante mi ausencia el pollo ha subido, ha vuelto a subir este año, y a mí eso me parece un grave error, no sólo económico, sino político y hasta sociológico. En España se puede subir todo, la gasolina, el tabaco, la ropa, el cine, los callos y la lubina, todo menos el pollo, porque el pollo es la metáfora de nuestro Estado del Bienestar.

En los años de Carpanta y del tebeo, los españoles soñaban con un muslo de pollo casi tanto como con un muslo de cupletista. Carpanta tenía siempre en su imaginario infantil, debajo de un puente, un muslo de pollo humeante, y todos los españoles de postguerra eran unos Carpantas que vivían dándole vueltas a la pollería. Luego, con el desarrollismo de los 60, vino la democratización americana del pollo a las finas hierbas, siempre bajo el patrocinio country de algún general o coronel sudista, tan heroico como apócrifo. Era un pollo country y reseco, a pesar de las finas hierbas, y hasta Ramoncín, más tarde, se proclamaría “rey del pollo frito”. Fue la orgía de un pollo artificial con cocacola que nos iba creando un paladar norteamericano.

Hoy, gracias al Estado del Bienestar, hemos desertado de aquel pollo country de plástico y volvemos a comer los españoles el pollo/pollo, de granja, con sabor nacional. Nos olvidamos de los ERES en Andalucía, de Pujol, del Caso Nóos, de Bárcenas, y hasta de las empresas offshore en Panamá gracias a que los domingos tenemos pollo en la sierra. La abuela es que no acaba nunca de chupar los huesecillos. Y así, rumiando un hueso de pollo, el español autonómico no termina de levantar cabeza. Por eso digo que en España, hoy, nuestros políticos pueden subirlo todo, hasta la picadura y el rubio, pero el pollo que no nos lo toquen: el pollo es la sustancia de nuestra fantasía, emblema de nuestro ir tirando y persona de nuestra hidalguía en camiseta.

A este pueblo se le puede putear, chulear, apandar, apalancar, encalomar, bufar, agachapandar y hasta dar por retambufa. Lo que no se puede, a este pueblo, es quitarle el pollo, aunque sea de goma, porque es nuestra conquista social en la democracia, y si nos quitan el pollo qué. Puede haber un motín de Esquilache. Con pollo y tele íbamos tirando. Pero la tele sólo oferta basura.

Por Marisa Arcas

@marisaarcas

17 septiembre, 2017

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