Opinión

Desnudarse se ha puesto de moda

Parece que esta España convulsa, políticamente hablando, se ha puesto de moda el desnudo masculino, pero no como espectáculo sino como motín. Un día son los bomberos de no sé dónde y otro día los futbolistas de más allá. Siempre para protestar por algo o para recaudar fondos. ¿Y quién les ha dicho a los nudistas/protesta que sus miserias tienen valor político de reivindicación o de colecta? Pues desde luego que lo tienen, porque las mujeres aplauden entusiasmadas unos bíceps y tríceps como los que tienen en casa, más o menos, y unas gónadas de clase media.

Desde este medio, propongo una desnudada de independentistas contra España, una desnudada de podemitas y casposos contra Rajoy y sus ministros, propongo una desnudada de notarios en la vía pública, para nada, simplemente para levantar acta, que es lo suyo. Y así todos los gremios, asociaciones, oficios y carreras. Hasta que veamos cuál es el desnudo colectivo con más motivación sindicalista o ecologista, los albañiles o los porteros automáticos, que de los otros ya no quedan. La gran acogida femenina a estas desnudadas no hace sino manifestar la necesidad de cambiar de paisaje doméstico que tienen las amas de casa, las yogurinas y las que matan su amor imposible en el bingo.

Por otra parte, hay como un regusto aldeano de ridiculización del hombre, cuyo cuerpo está mucho menos engualdrapado de carnes que el femenino para lucir en estos trances. Contra lo que se suele decir, la mujer es audaz en el enseñar -siempre está enseñando algo-, y el hombre es tímido por consciencia de sus limitaciones escultóricas. Esta timidez de calcetines marrones en el alma es lo que divierte al mujerío y las convence de que como personas son superiores. La deseada igualdad de los sexos está viniendo por vía insospechada. Ya dijo Ortega y Gasset que en España todo lo tiene que hacer el pueblo anónimo.

Los noruegos y por ahí practican desde siempre el nudismo familiar en la sauna o la playa. Aquí abajo, como nos lavamos poco, un caballero en bolas ante dos mil mujeres es un espectáculo más higiénico que otra cosa, pues se supone que el exhibicionista se ha dado unos pediluvios. Y también higiénico mentalmente, ya que el falo, siempre oculto, sigue siendo tótem y tabú de nuestras culturas, aunque me temo que no por mucho tiempo.

Por Marisa Arcas

@marisaarcas

21 octubre, 2017

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