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Panamá: presente y futuro de ‘la gran conexión’

Alfonso Merlos

 

                No es infrecuente que en la prensa de uno u otro país occidental se promuevan campañas o acciones concretas dirigidas a desgastar el honor, la fama, la reputación y la imagen de una persona, o directamente a provocar su destrucción. Es algo más ocasional que esas operaciones tengan como objetivo a instituciones públicas o privadas. Y aún más que sitúen en la diana a un país entero.

¿Qué quedo de la larga y ancha resaca de los ‘papeles de Panamá? ¿Alguien puede contestar de forma simple y directa? ¿Se verificaron de manera independiente todos y cada uno de los informes, y lo relativo a las actuaciones y movimientos de las prominentes figuras en ellos mencionados? ¿Eran todos los citados ‘ricos y poderosos’ del mundo? ¿Eran todas las sintetizadas o desarrolladas prácticas de corrupción? ¿Todas las señaladas eran ‘empresas pantalla’? ¿Derivó la indagación sobre aquellas cuentas hacia actividades ilegales, más allá de orientar al origen de transacciones financieras y a los dueños de determinadas compañías? ¿Es en todo caso un crimen la creación de una estructura legal y lícita en la que puedan apoyarse las actividades de profesionales vinculados a la banca, la abogacía, la contabilidad, la consultoría o incluso el deporte? ¿Han sido llevados a la justicia ‘los culpables’ de ‘los papeles’? ¿Acusados de qué?

Es una evidencia, porque así lo han confesado los afectados de manera pública y notoria reiteradamente, que con la crisis financiera global que incendió los mercados hace una década se les empezó a ver como auténticos mafiosos a ellos, a quienes fundaban empresas o invertían sus ahorros o simplemente abrían libretas en el extranjero. Esto ha sido moneda de cambio corriente en España. Por supuesto no hemos hecho la reflexión general de por qué las personas adineradas de buena parte de los países de nuestra hermana América temen llevar dinero al banco de su país por el riesgo de exponerse a extorsiones y secuestros.

Pero aún más. Una vez arrastrada por cadenas de televisión, emisoras de radio, portadas de periódicos y digitales de toda índole la imagen de un Estado, Panamá, ¿alguien ha mirado un poco más allá? ¿Siguen identificando al país entero algunos creadores de opinión en forma de viñeta en la que se dibuja una carretera jalonada a uno y otro lado por despachos en los que la mafia trabaja sin reserva y sin tregua 24/7?

Más allá de la caricatura o la demonización, dos figuras clásicas de la propaganda clásica, emerge una realidad para consolidarse. Hoy Panamá se ha instituido en la plataforma de servicios más importante de América Latina. Su crecimiento económico en el último año se ha disparado un 17%. En términos comparativos con el resto del subcontinente, los valores positivos son del 45%. Aún más, la reinversión, un motor clave para alcanzar la estabilidad de cualquier economía, ha subido un 64%.

Hoy, España se ha convertido en un socio comercial de vital importancia para Panamá. Más de un centenar de nuestras empresas están instaladas en el país. Casi 70 proyectos de verdadera relevancia estratégica han sido adjudicados recientemente a nuestras compañías. Los 10 principales productos exportados en 2015 representaron casi el 40% para Panamá. Firmas como Hospiten o Telefónica han encontrado un nicho de mercado tremendamente productivo y decisivo para la modernización del país y su sistema de bienestar.

Más allá de la imagen de formada que ha llegado a través de episodios en los que a un Estado entero se le ha retratado como un gigantesco despacho para el tráfico de influencias, el lavado de dinero y la evasión fiscal, las previsiones del Fondo Monetario Internacional vaticinan un avance de la economía real a una media del 6% hasta 2022, muy superior al anticipado, por ejemplo, para la zona euro.

Más allá del desarrollo financiero y la solidez de sus bancos, en estadísticas del World Economic Forum, Panamá se sitúa mundialmente en el puesto quinto en calidad de su infraestructura marítima, en el sexto en calidad de su infraestructura de telefonía móvil, en el undécimo en calidad de su infraestructura aeroportuaria; en definitiva, nos topamos con una plataforma mundialmente competitiva… y puntera, de vanguardia.

Más allá del retrato lóbrego y oscuro de innumerables despachos financieros opacos, el país lidera el ránking latinoamericano de desempeño logístico, según datos del Banco Mundial. Es el aeropuerto mejor conectado de América Latina, dispone de los dos puertos más activos en dos océanos, y sirve de nexo de siete cables continentales de fibra óptica.

Por éstas y otras razones, a partir de estos y otros datos se entiende que en la última década Panamá se haya convertido en un imán para 150 multinacionales (esencialmente europeas, norteamericanas y asiáticas), dando lugar a la creación de entre 5.000 y 10.000 empleos directos.

Son numerosas las técnicas que se han implementado y adaptado para estigmatizar el presente y el futuro de Panamá. Testimonios sesgados, generalidades, estereotipos, imprecisiones intencionadas, simplificaciones exageradas, juegos semánticos, presentación solamente de un lado o un aspecto o argumentos de parte… Las opiniones son libres pero los hechos son sagrados y éstos nos llevan hoy a ponderar el potencial de un actor llamado a convertirse -en ello está- en el más eficaz conector y el más útil intercambiador del continente americano.

5 noviembre, 2017

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