Opinión

Jose Manuel Maza y los terrichocolates

EFE

Innumerables líneas se están escribiendo y se escribirán los próximos días sobre la persona y figura de José Manuel Maza. Dejo a otros que alaben sus virtudes como jurista, pero quiero también contribuir a su memoria con unas líneas sobre su faceta personal. Conocí a José Manuel hace ya 10 años, entablando una amistad que se ha mantenido durante ese periodo.
Por muchos es conocido que amaba a la ciudad de Segovia, donde pasaba los fines de semana y donde fijó su domicilio hace 2 años. Desde hace 10 años quedábamos casi todos los sábados a tomar unos vinos por la Plaza Mayor, y ahí fue donde José Manuel entabló también una fraternal amistad con “su amigo Rodrigo”.
Debía de tener Rodrigo tres años, cuando un día, creo recordar que en el Figón de los Comuneros, mientras esperábamos a que nos sirvieran alguna ración con la que cenar, José Manuel lo subió a su regazo, y tras darle su característico sombrero Panamá y explicarle que era el volante de la nave espacial, explicó a su joven piloto que él no era de la Tierra, sino de Marte, y que cerca de su planeta había otro muy pequeño donde vivían los Terrichocolates, y que entre ellos tenía una gran amigo llamado X5PO.
Y así, volante en mano, viajaron hasta Marte, esquivando la Luna, contra la que casi chocan, atravesando después el cinturón de asteroides, que requirió muchísimas maniobras de pilotaje porque había muchos en el camino de la nave espacial, para llegar finalmente a Marte, donde estuvieron un rato buscando el planeta de los Terrichocolates, que como he contado era muy pequeño, y por tanto muy difícil de encontrar.
Gran desilusión tuvieron los dos astronautas cuando tras aterrizar, se enteraron que X5PO no estaba en el planeta, porque también había salido de viaje como ellos. Sin cundir el desánimo, quedaron que el siguiente sábado saldrían a buscarle por otros lugares de la galaxia.
Así, fin de semana tras fin de semana, volante Panamá en mano, los dos astronautas se dedicaron durante años a recorrer el espacio buscando en todos los planetas y galaxias a X5PO, esquivando juntos innumerables peligros y obstáculos. Y que sorpresa se llevó Rodrigo cuando al final lograron encontrar a X5PO, ya que el amigo de José Manuel era pequeño, azul, llevaba lacasitos de pendientes y utilizaba los donuts como flotador, porque no sabía que eran para comer.
A muchos la ausencia de José Manuel nos dejará un hueco difícil, por no decir imposible, de rellenar, pero en su falta me consuela que un niño de 10 años siempre recordará sus viajes estelares junto a un oriundo de Marte en busca de ese pequeño terrichocolatero llamado X5PO.
Jesús Andújar
21 noviembre, 2017

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