Opinión

Por qué como jóvenes abogados estamos con José María Alonso

La juventud, aunque siempre se ha tenido como un “divino tesoro” supone a todos los que ejercemos esta bonita profesión una dificultad añadida, y todo parte del desamparo al que se enfrenta el abogado joven: soledad y temor; temor al primer juicio, al primer interrogatorio, al primer recurso, frente al compañero con más experiencia, frente a jueces y fiscales, siempre con la firme pretensión de realizar un buen trabajo y satisfacer al cliente.

Soy abogado, joven, y me dedico en exclusiva al Derecho Penal, lo cual se puede decir que es una dificultad añadida dada la interpretación que tiene la gente sobre la labor del abogado penalista.

Siempre quise estudiar Derecho para dedicarme al Penal. Si no fuera penalista no sería abogado. Incluso antes de ejercer iba a Plaza de Castilla y a Julián Camarillo a ver los juicios para aprender de todos los compañeros: cómo hablaban, se expresaban, rebatían y defendían sus ideas.

Recuerdo mi primer juicio. Fue un juicio de faltas, me acompañó una gran compañera y amiga, y mientras yo interrogaba, ella me anotó en un folio los puntos a destacar en el informe final. Y no os engañéis, las faltas, aunque parecieran cosa menor, procesalmente son complejas puesto que vas sin conocer la prueba, y por todos es conocido que la prueba es pieza angular del proceso penal al ser el juzgador encargado de su valoración.

De ese folio que me escribió lleno de anotaciones, con mis nervios sólo acerté a apuntar unas pocas ideas. Al acabar el juicio mi cliente se quedó muy contento con mi actuación, y aunque se ganó el juicio, yo me di por satisfecho al saber que el cliente lo estaba. Desde ese momento he medido el éxito no en ganar o perder juicios, sino en la satisfacción del cliente al acabar la vista.

Yo tuve la suerte de que me acompañará una gran persona y profesional, pero me di cuenta lo desprotegidos que estamos al enfrentarnos al primer juicio, ya que no sólo juzga un juez, sino también tu cliente. Por ello es necesaria la formación, ya que el abogado estudia a diario y aprende cada día. Desde el Colegio se debe impulsar la ayuda a los jóvenes abogados, facilitarles una formación exquisita y accesible, esencial para enfrentarse a sus primeras experiencias, primero por nosotros mismos y segundo por la persona que ha depositado la confianza en contratarnos.

Actualmente la imagen de nuestra profesión está muy deteriorada, la gente de a pie no entiende por qué a veces defendemos lo que parece indefendible. No son conscientes de las horas de estudio, dedicación y trabajo que dedicamos a diario para luchar por los derechos de quienes nos necesitan. No saben que cargamos los problemas de los clientes como los nuestros propios, lloramos en las derrotas y celebramos las victorias. No saben que jamás desconectamos y que siempre que nos llaman ahí estamos, sin importar el día que sea o la hora. En definitiva, que somos pilar fundamental de la sociedad civil. Por esa razón, la profesión de abogados es de las más antiguas, y antaño respetadas.

Por eso es necesario desde el ICAM impulsar no sólo la formación de los jóvenes abogados, sino que los mismos se sientan respaldados y defendidos por un Colegio que sea capaz de apoyar y ayudar a los mismos, de velar por el futuro de la Abogacía española, siendo esenciales las propuestas de Alonso de una formación continua para todos los abogados y en especial la Escuela de Práctica Jurídica y el Defensor del Abogado: es el primer paso para empezar a devolver a esta profesión todo lo que se la ha quitado. En síntesis, recuperar la DIGNIDAD DE LA ABOGACÍA Y EL RESPETO A LA PROFESIÓN. Estos son los motivos por los que la candidatura de Alonso es la que votaré el próximo día 13 de diciembre.

Javier Álvarez, abogado penalista y socio-director de Álvarez Asociados

1 diciembre, 2017

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *