Opinión

La burla de Puigdemont a todos los españoles

Gemma Tubert /ACN

No puede ser,  y además es imposible, que diría Felipe Gonzalez. Eso es lo que ocurre con la pretendida candidatura de Puigdemont a la Presidencia de la Generalitat de Catalunya. Y no me importan nada las disposiciones legales o legalistas, que son lo de menos a la vista y consideración de los indignados, humillados y burlados españoles. Este individuo trashumante por Europa es el sucesor del gran traidor/creador de esta interminable crisis catalana, el nefasto y ahora «espantao» Artur Mas. Puigdemont es otro traidor y el líder rebelde actual de todo el llamado «process» independentista y canalla que se pretende continuar y repetir. Por nada del mundo se puede volver a dejar sentar en el sillón de Sant Jaume a este tipejo que tanto daño está haciendo a España.

Pero nos encontramos en frente con la estupidez de un Estado y sus instituciones, víctimas directas de la rebelión/sedición catalana, que desde que se desencadenó hace más de seis años nunca actúan con la rapidez, eficacia y contundencia debidas. ¿Qué diablos de Estado es éste que no sabe quitar y quitarse de en medio a este enloquecido y crecido canalla de Puigdemont? Todo lo que se le ocurre a Rajoy y compañía es «recurrir a los recursos» a instancias judiciales cuyas resoluciones son ignoradas y desobedecidas de continuo.

Todo ésto es ridículo. Se parece a aquel chascarrillo que se ponía en boca de un marido cornudo. Se relataba que ese marido engañado contaba a un amigo como, al regreso a su domicilio conyugal, había encontrado a su mujer en la cama con otro hombre; preguntado por su interlocutor qué es lo que había hecho ante tan dramática y ofensiva situación, respondió el cornudo «pues llamar a mi abogado, claro». Del mismo modo cada vez que se produce o reproduce una nueva canallada rebelde/sediciosa/separatista lo único que se le ocurre a este estúpido poder democrático español es recurrir  a instancias jurídicas y judiciales, lentas, confusas y hasta ahora inútiles para evitarlas.

Llegados al punto que desgraciadamente hemos alcanzado lo que tiene que hacer el Estado es impedir que Puigdemont  siga circulando y hablando a placer por donde y como le da la gana. ¿Qué servicios de seguridad e inteligencia tenemos que no son capaces, o no les dejan serlo las superiores instancias políticas, de apartar a este individuo? Ya no se trata de independencia si o no, sino de la burla a la que se nos está sometiendo a todos.

Manuel Monzon

29 enero, 2018

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *