Opinión

Davos: ¿dulce o amarga coyuntura para la economía global?

EFE

El balance del encuentro que las élites políticas y económicas del mundo han celebrado en Davos lo ha definido Christine Lagarde, Directora General del Fondo Monetario Internacional, como una coyuntura dulce para la economía global, con mejoras de crecimiento para la mayoría de los países, diez años después del inicio de la gran crisis. Pero el foro de Davos ha sido también el reflejo del agrio fracaso de los grandes dirigentes mundiales en ofrecer esperanzas para resolver las desigualdades económicas y el cambio climático. Ambos se perciben como los principales riesgos para el planeta, en lo que coinciden los más de mil expertos consultados por los organizadores del evento.

De lo que más se ha hablado estos días en la citada localidad suiza ha sido de otro de los grandes riesgos que amenazan el actual progreso económico: el retorno  al proteccionismo, del que Donald Trump es el mayor adalid. De todos modos es significativo que el controvertido Presidente americano haya querido estar en Davos, dieciocho años después de que lo hiciera Bill Clinton, para complementar su mensaje de «America primero» «pero no en solitario». Tras ofrecer Estados Unidos a los grandes empresarios del mundo como el mejor país para invertir, después de su importante rebaja de impuestos, ha sido, sin embargo, el único de los múltiples líderes presentes en defender que hay que poner límites al libre comercio, que según Trump, debe ser justo y recíproco a través de acuerdos bilaterales.

Desde el frente europeo tanto Angela Merkel como Enmanuel Macron, pese a reconocer las desigualdades que crea la globalización han alertado sobre los riesgos del aislacionismo y la debilidad militar frente a la superhegemonía norteamericana. La canciller alemana advirtió, en clara referencia a Trump, que aislarse del resto del mundo no ayuda, que el proteccionismo no es la respuesta correcta y que hay que buscar a toda costa la igualdad militar de Europa con EEUU. En tal sentido ambos máximos dirigentes continentales han anunciado, Macron más claramente que Merkel, la restauración del servicio militar obligatorio como solución militar y sociológica.

En suma, Davos ha ofrecido un balance agridulce porque ha puesto de manifiesto que, por el momento, el crecimiento económico no se aprovecha para resolver los graves problemas de la humanidad. Es bueno, sin embargo, que los grandes líderes mundiales se hayan reunido una vez más para intentar hacer realidad el lema del encuentro de este año: «Un futuro compartido en un mundo fracturado». Desde el punto de vista de España ha sido importante la presencia conferenciante del Rey Felipe VI por primera vez, para lanzar un mensaje de confianza en nuestro país, sobre todo y de forma inmediata en lo que respecta a nuestra estúpida crisis catalana, que según el FMI está dañando nuestra imagen económica.

Manuel Monzón

4 febrero, 2018

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *