Opinión

Crónicas de absurdistán: La alianza suicida entre el Islam y las organizaciones LGTB de izquierdas

A nadie se le escapa mi simpatía por la comunidad LGTB, pero tengo que reconocer que la extraña fascinación, mezclada con una no menos singular predilección, que sienten ciertas organizaciones izquierdistas de homosexuales y no pocas personas ‘progres’ de esa orientación sexual en Occidente por el islam es uno de los mayores misterios de estos convulsos y desquiciados tiempos. Es un enigma superior al portento de la bolsa marsupial. En todo caso es el capítulo más surrealista de esta época ya de por sí surrealista. Esta actitud disparatada y francamente delirante merece que nos asomemos al caso. Es algo así como si ciertas asociaciones judías e individuos sueltos de esa raza (o confesión o lo que sea) se sintieran atraídas por el nazismo y asumieran su defensa y promoción. De ese calibre es el desvarío en cuestión.

En junio del año 2016 un musulmán de origen afgano cometió una matanza en un local gay en Orlando (Florida). Cerca de 50 personas fueron asesinadas en nombre del islam por un terrorista que manifestó, antes de ser abatido, su lealtad al llamado Estado Islámico (o Daesh o ISIS).

En nombre del islam muchos homosexuales son atacados y asesinados por fanáticos, pero el atentado de la discoteca Pulse marcó un hito en esa larga historia de agresiones y violencias que sufre este colectivo a manos de los sectarios más enardecidos de esa religión. De hecho la comunidad homosexual norteamericana nunca había sufrido un ataque tan mortífero y brutal contra sus miembros. Se puede ampliar ese nefasto récord al conjunto de la comunidad homosexual del mundo occidental, que ve poco a poco su libertad y sus derechos cada día más atacados y vulnerados por la creciente presencia musulmana en los distintos países que los acogen y la agresiva intolerancia de la que hace gala la población musulmana en general hacia los homosexuales.

Este verano pasado, en conmemoración de esa luctuosa fecha y como homenaje a las víctimas de la matanza de Orlando, una asociación inglesa denominada «Gays Contra la Sharia» convocó una manifestación en Manchester, ciudad también golpeada duramente por el terrorismo islámico en mayo de ese mismo año (Estadio Manchester Arena) con el lema «Unámonos Contra el Odio».

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Aquí es donde entra en escena ese delirio con el que encabezábamos estas líneas. Pues en respuesta a esa manifestación convocada por algunas organizaciones de homosexuales, varias asociaciones izquierdistas LGBT de Gran Bretaña, como la «Asociación de Gays y Lesbianas en Apoyo de los Inmigrantes», salieron a la palestra a denunciar que los verdaderos propagadores del odio eran los organizadores de esa manifestación contra la sharia y que el acto no era sino un intento de la extrema derecha islamófoba para criminalizar a todos los musulmanes. Y en consecuencia, convocaron una contramanifestación. Los pormenores de esa jornada están en la prensa para quién tenga curiosidad por conocerlos. En pocas palabras: la ciudad de Manchester, apenas repuesta del espantoso atentado en el concierto unas semanas antes (22 muertos y cientos de heridos, la mayoría adolescentes) vivió durante unas horas una situación esquizofrénica con una asociación seria de gays manifestándose contra la sharia y otras asociaciones LGTB, vinculadas a los movimientos de tipo podemita a la británica,  manifestándose contra quienes se manifiestaban contra la sharia.

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Este episodio surrealista (que no es un caso aislado ni una anécdota solitaria, sino que evidencia una tendencia muy real) tiene por lo menos el mérito de dejar las cosas claras: una parte significativa (tal vez la más ruidosa y activa y la mediáticamente más influyente) del colectivo gay está a favor de la implantación de la sharia. Hemos pasado de la defensa ingenua (o no), buenista y estúpida de una cosmovisión (religión, cultura, hábitos…) extraña y contraria a nuestra identidad y cultura y que no ha traído más que problemas y conflictos a los países que le han hecho un sitio a la promoción lisa y llana de la ley islámica. Tal vez estos homosexuales quieren darle algo de emoción a sus vidas y tener que vivir escondidos o sentir la existencia diaria como una actividad de riesgo. Quien sabe. En todo caso bajo la sharia, los homosexuales sólo tienen dos opciones : la clandestinidad o la represión más brutal que podamos imaginar. Podemos hacer una simple búsqueda en Internet (o Google Images mejor) con los términos Gay/Iran, Gay/Saudi Arabia, etc…

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La locura en la que están embarcadas las organizaciones de homosexuales que defienden el islam, toma aquí unos visos particularmente preocupantes ya que la manifestación era explícitamente contra la sharia y lo que ello representa: el fanatismo islámico generador de muerte, sufrimiento y opresión, no contra el islam, ni los musulmanes, ni los inmigrantes, ni nada parecido. Estas organizaciones progres LGTB están empeñadas, como todo el abanico progresista, en ver el racismo en todas partes, incluso en el rechazo de la sharia. Si se oponen a los que se oponen a la sharia, entonces que cada cual saque sus propias conclusiones.

Se ha vuelto un clásico de la estupidez humana que cada vez que se comete un atentado islamista todo lo que se considera progresista sale a la calle a manifestarse… ¡contra la islamofobia y el racismo! Manifestar contra el terrorismo y el fanatismo islámico, ¿para qué? Eso en todo caso es cosa de la «extrema derecha». Todos estos grupos encuadrados dentro de lo que podríamos llamar el «activismo progre» han perdido todo contacto con la realidad y viven bajo los efectos de su droga ideológica en una especie de burbuja mental de la que no pueden salir. Y eso nos lleva la situación grotesca de ver a activistas LGTB defender de forma directa o indirecta a quienes asesinan a homosexuales por el mero hecho de serlo. Estas organizaciones están en una deriva puramente demencial y suicida. Allá ellos. Su ceguera es total, su dogmatismo les impide ver la realidad. Para ellos todo rechazo al islam es obra de la extrema derecha que vierte su odio contra el diferente, el extranjero, el débil y el marginado. Se niegan a ver los peligros que trae el islam y el deterioro de la sociedad que lo acoge, la pérdida de libertades y derechos que lleva aparejada la imparable islamización de nuestros países, camino del conflicto y la tiranía más despiadada.

Muchos homosexuales de izquierdas y otros activistas progres creen compartir causa común con los musulmanes en una absurda solidaridad entre dos «minorías oprimidas». No sólo el islam abomina la homosexualidad, sino que a los mismos musulmanes, por su cultura y su educación, les repugna la homosexualidad y la juzgan inaceptable. ¿Qué causa común puede haber entre el Islam y el movimiento LGTB? Se han llevado a cabo en distintas ocasiones encuestas entre la población musulmana en Europa sobre esta cuestión, y todas arrojan resultados contundentes: cerca del 100% de los encuestados rechazan la homosexualidad y no están dispuestos a tolerarla.

Los homosexuales que buscan un terreno común con el islam son iguales en este punto a las feminazis, los progresistas de toda laya y los buenistas, católicos o no, los que, cada uno por su lado y a veces por motivos diferentes, babean de ternura frente al islam, cuando son en realidad las víctimas propicias para sufrir los rigores de un islam expansionista y conquistador que busca imponerse para llegar a dominar los países que está colonizando.

Los homosexuales que apoyan al islam han permitido que su ideología se haya impuesto a su sentido común. ¿Realmente creen en su fantasiosa alianza islamo-gay? ¿Cómo entender que esos homosexuales disculpen, justifiquen y apoyen a una cosmovisión retrógrada y brutal que los quiere a todos muertos? Pero muertos en sentido literal, no metafórico: ahorcados o defenestrados en público.

Si hay un grupo humano en el mundo que debería oponerse con todas sus fuerzas al avance del islam, éste es el colectivo homosexual. No existe actualmente amenaza más seria contra ellos. ¡El islam nunca, pero nunca jamás, será gay-friendly! La única divergencia que hay en el islam sobre el trato que hay que darle a los homosexuales es si deben ser lapidados (Mauritania), colgados (Irán), decapitados (Arabia Saudí), crucificados (Somalia), despeñados o degollados (Daesh)… En los países de mayoría musulmana donde no se sanciona a los homosexuales con la muerte sigue aplicándose castigos como latigazos, prisión, etc…

El concepto de derechos humanos es ajeno al islam. Simplemente no hay derecho ni ley fuera de la sharia. El concepto de derechos humanos para los homosexuales es una obscenidad para el islam. El islam no considera la homosexualidad un estilo de vida diferente totalmente legítimo, sino como una perversión y un crimen, y como tal tiene que ser rechazado y castigado.

Es un hecho indiscutible que cuánto más islam hay en una sociedad más peligrosa se vuelve ésta para los homosexuales, para su dignidad, para su seguridad, para su propia vida. En los países, regiones y ciudades europeas donde más islam hay, paralelamente más agresiones se dan contra los homosexuales. Ser homosexual se ha vuelto peligroso en muchos lugares de Europa, y eso ocurre debido a la implantación y al avance del islam en esos lugares.

Está claro que las mismas organizaciones progresistas LGTB favorables al islam no se atreverían nunca a organizar desfiles del Orgullo Gay por los barrios y calles de las ciudades con población musulmana y menos por delante de sus mezquitas. En resumidas cuentas: el islam quiere la desaparición de los homosexuales. Los homosexuales europeos ni siquiera tienen que viajar a algún país de mayoría musulmana para descubrir lo que el islam piensa de su condición, basta con que se paseen por esos barrios islamizados de cualquier ciudad de Europa Occidental para comprobarlo en carne propia.

Hablando claro: las muestras de tolerancia y simpatía que esos homosexuales llevan a cabo con el islam les interesa una mierda a esos musulmanes. Estos consideran basura a los homosexuales, escoria que hay que tratar en consecuencia. Los verdaderos musulmanes ven a los homosexuales como si fueran ratas que hay que exterminar. No hay terreno común entre islam y homosexualidad. Esa es la realidad. No hay matices en la posición islámica respecto de los homosexuales, no hay ambigüedad, no hay posibilidad de entendimiento, no hay «zonas grises». Por lo tanto no hay terreno común, ni lucha compartida, ni causa común, ni colaboración posible. No hay puentes.

Miembros de los movimientos ‘progres’ LGTB, esto es lo que hay. Ustedes deciden.

YOLANDA COUCEIRO MORÍN
@yolandacmorin

5 febrero, 2018

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