Opinión

Británicos que saben que la puntualidad es «la elegancia de los Reyes»

Ocurrió el miércoles pasado en Londres, en la Cámara de los Lores, la más alta instancia del Parlamento británico. A las tres de la tarde comenzó un debate sobre la desigualdad social. La baronesa Ruth Margot Aline Lister, del Partido Laborista, formuló la primera pregunta, pero el encargado de contestarla, Lord Michel Bates, del Partido Conservador y Ministro de Estado en el Departamento de desarrollo, no pudo hacerlo porque no llegó hasta unos minutos después, al parecer  porque la sesión había empezado antes de lo habitual ya que se necesitaba más tiempo para hablar del Brexit  que era el segundo asunto principal. Lo que quiere decir que el pequeñísimo retraso de Bates estaba más que justificado.

Pues vean, queridos lectores. En nombre de Lord Bates respondió su correligionario John Taylor. Cuando acabó, Lord Bates, que ya había llegado, pidió la palabra, se puso en pié y dijo: » Abandono la Cámara. Quiero ofrecer mis sinceras disculpas a la baronesa Lister por la descortesía de no estar en mi puesto para contestar a su pregunta en un asunto muy importante, al inicio del turno de interrogaciones. Durante los cinco años que he tenido el privilegio de responder preguntas desde esta bancada en nombre del Gobierno, he creído siempre que debíamos respetar los más altos niveles de cortesía al responder a las legítimas preguntas de la Legislatura. Estoy completamente avergonzado por no haber estado en mi lugar Y POR LO TANTO PRESENTO MI DIMISIÓN A LA PRIMERA MINISTRA CON EFECTO INMEDIATO. LO LAMENTO DE VERDAD».

El resto de los miembros de todos los partidos gritó que no lo hiciera. La misma Baronesa Lister dijo: «Con la disculpa de Lord Bates basta, la suya ha sido una mínima descortesía que cualquiera podemos cometer». ¿Se puede pedir mayor alarde de respeto a la puntualidad?. He recogido este episodio por su enorme contraste con la impuntualidad de los españoles. Y ésto se lo cuenta quien como yo JAMÁS ha llegado un minuto tarde a ninguna de mis obligaciones, atento receptor de dos magníficas lecciones que a lo largo de mi vida tuve ocasión  ser  testigo.

Cuando yo mandaba un Regimiento en la División Acorazada «Brunete» mandaba la Gran Unidad el inolvidable General Pedrosa, más tarde padrino de mi imposición de la faja de General, quien tenía la costumbre de reunir a todos los mandos de la División una vez al mes, cada una de ellas en una Regimiento distinto. Así se llegó a celebrar una en el acuartelamiento de El Goloso y uno de los Coroneles, el que mandaba el Regimiento de Saboya 6, en Leganés, se presentó con unos minutos de retraso, alegando como disculpa, tras pedir perdón, la lejanía de su Unidad y el tráfico al atravesar Madrid. No olvidaré nunca la respuesta lapidaria del General: » HABER SALIDO AYER».

En otra ocasión, siendo yo Jefe de Gabinete del Ministro de Defensa, debía de acudir un día determinado a Zarzuela, a una cita con SM el Rey Don Juan Carlos, a las seis de la tarde. Cuando llegué, con la antelación de cortesía de quince minutos, se me dijo que probablemente se trataba de un error pues toda la Real Familia se había desplazado a Cantabria para ver la obra terminada sobre su yate y no había más audiencias previstas. Con la ausencia del Jefe de la casa Real me dispuse no obstante a esperar por si a pesar de la incidencia terminaba viendo al Monarca aunque fuera algo más tarde. A las seis menos cinco aproximadamente oímos el ruido del helicóptero que trasladaba a la Familia y, desde la ventana, pude ver  como, nada más tomar tierra, el Rey literalmente saltaba del helicóptero y prácticamente corriendo se dirigía a su despacho. A LAS SEIS EN PUNTO ME RECIBIÓ. Es decir, comprobé el viejo dicho español  de que «la puntualidad es la elegancia de los Reyes».

Mi respeto pues a Lord Bates, a SM el Rey Don Juan Carlos, el General Pedrosa y a todos cuantos practican la buena educación que la puntualidad supone.

General Monzon

6 febrero, 2018

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