Opinión

ARCO, la teoría del cachivache

Más que la novena edición de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid, Arco, la cosa se asemeja bastante a una teoría del cachivache. Esta maniobra ya apuntaba maneras con el siglo XX y su primer teorizador fue José Ortega y Gasset, que lo tildó como la Deshumanización del Arte. Este apelativo pronto alcanzó fama y notoriedad y con él apuntaba el filósofo a los primeros alardes de arte sin naturaleza, de naturaleza sin humanidad, de humanidad sin gente. Y ahora, aunque haya llovido bastante desde entonces, nos encontramos con que una creación manual sin humanismo, sin humanidad, no es más que un cachivache.

No hay que ser un experto en arte para comprender que el nombre genérico de “vanguardias” hizo fortuna porque suena muy bien y porque parecía responder a algo. Bueno, pues ese algo orteguiano no era, en realidad, sino lo diagnosticado por el filósofo y glorificado por los artistas con más mano de obra que mano de genio. La actual muestra de Arco es superior a las anteriores o quizá son todas iguales, pero no deja de atraernos con su fuerza primigenia de objeto que se expresa sin que jamás hayamos acertado a definir bien qué es lo que exterioriza o representa. (Este año sobresalen unas fregonas dobladas y un cubo que cualquier hijo de vecino puede adquirir por la módica cantidad de 14.000 euros).

El llamado arte abstracto es un acto fatuo de soberbia en la humanidad, cuando el hombre se persuade de que está acogiéndose al seno tan conocido de la naturaleza. Parece que el artista se resiste a abandonar un legado de siglos que se llaman Grecia, que se llaman siglo XIII, que se llaman Edad Media, Renacimiento, Barroco, Rococó, y un largo etcétera. Pero el ingenuismo sapientísimo del primer hombre, su civilidad salvaje, pega de vez en cuando una estampida, colectiva o anónima, eso que se llama Arco en Madrid y arte en cualquier museo del mundo de arte moderno.

A lo mejor resulta que las naturalezas, incluida la humana, nos han abandonado para siempre y ya nada volverá a ser como antes. Lo más emocionante y vividero de Arco es esa galopada anual detrás de una época extinta que ya desapareció. Arco triunfa este año por la fascinación de sus cachivaches y la presencia siempre gratificante de los maestros de la nada. Enhorabuena.

Por Marisa Arcas

@marisaarcas

26 febrero, 2018

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