A menudo nos preguntamos si intentar cambiar la historia es ignorancia o camuflar la nula eficacia de gobierno, o si hay incluso un trasfondo de desequilibrio de complejo para establecer dos grupos de vencedores y vencidos. Acaso como en un espectáculo circense querrán crear el modelo de mujer barbuda.
La historia no se puede teñir de Carnaval o chirigotas. Se gobierna para todos no para unos pocos, y el sentir español es mayoritariamente católico. Y no se puede destruir de un tajo una educación, una ilusión basada en una creencia.
La política se convirtió en una charanga con Podemos, con nula seriedad. Se destruyen ideales, se cambia lo blanco en negro como en una especie de psicosis o crisis de identidad muy distantes de la autenticidad de una realidad y el respeto a la fe de un grupo mayoritario.
Hay una idea muy simple. La historia es pasado y por lo tanto inamovible, no susceptible de cambio. Que viva ‘Cái’ y sus chirigotas, pero en Carnaval. En Navidad, ¡que vivan los Reyes Magos!
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