Toda paz tiene un precio por el que se paga. La cuestión es quién lo hace y cómo. Y hasta por qué. La cuestión es: y el día después de la paz, ¿qué? Las aventuras y desventuras del proceso en Colombia ha tenido en los últimos años (en realidad décadas) curvas mareantes, ha tenido sobresaltos, ha tenido decepciones, ha tenido sorpresas, ha tenido victorias y derrotas.

Y ha tenido protagonistas. Los del presente y el pasado. Porque los del futuro están por llegar. Dice Álvaro Uribe que Camilo Rubiano es un baluarte de las nuevas generaciones “para la defensa de la democracia en un significado integral: sin ella no hay riqueza ni posibilidad de reparto”. Una verdad simple y desnuda, pero una verdad como un puño.

Añade Uribe, uno de los personajes más relevantes de la política iberoamericana del último medio siglo, que Rubiano es de esa clase de jóvenes que, al otro lado del Atlántico, está contribuyendo a algo tan decisivo como el fortalecimiento de instituciones propias de un Estado de derecho.

Camilo es abogado de la Pontificia Universidad Javeriana con Especialización en Estado, Políticas Públicas y Desarrollo de la Universidad de los Andes. Es profesor de posgrados, analista político y columnista. Y ha escrito un libro contundente, bien armado, delicioso, reflexivo. “Un acuerdo inviable” no deja vericueto sin explorar ni recorrer: la manipulación pro FARC, la jurisdicción especial para la paz, la implementación de los propios acuerdos, el dividendo que aparece en el momento en el que parece cesar la violencia, en el que amaga con desaparecer para no volver a presentarse.

Rubiano pasa por Madrid estos días. Dicen los mentideros de la corte y villa que hay un potencial líder de la política colombiana. Un hombre de letras y de leyes. De convicciones. Paciente. Y con una esperanza inamovible e inapagable en el futuro de su país, Colombia, y en la alianza siempre preferente con España y los españoles. Ahí queda.

Alejandro Entrambasaguas