Opinión

España: baratillo de viejos y saqueo de votos

Ahí está, en la tele y en los periódicos, ese rodapié de viejos en la pared medianera de España. Hoy se compran y venden jubilados porque los abuelos van siempre a votar. Para una vez que se acuerdan de ellos, cada cuatro años, no van a perdérselo. Este zoco de ancianos tiene más de trata de muertos que de trata de esclavos.

Los políticos no respetan nada y trapichean con nuestros mayores, a costa de sus pensiones, con una letanía de promesas, falacias y engaños. Se juegan las elecciones a los jubilados como podían jugárselas a los chinos. Los carcamales se han convertido en mercancía electoral. Abuelitos de tapia y silla de ruedas, sesentones ya con la bragueta floja, que la próstata no perdona, setentones de boina y secano, octogenarios insumisos, viejos españoles, que andan levantiscos por sus pensiones, que toman las calles, que ven llegar a los de la tele y los de las fotos y que de pronto son noticia, aunque no saben bien qué es eso.

Los políticos con sus juramentos en vano compran y venden mentes senectas. El vejestorio vota porque no tiene otra cosa que hacer. Y encima dicen que les van a subir la jubilación por votar. Luego pasarán las elecciones, como un viento huracando, y los viejos volverán a quedarse solos, con su pequeño sobre y su memoria, que tampoco les sirve para hacer unas memorias.

En España había un respeto ritual a los mayores, en todas las clases sociales. Eran todavía los ancianos de la tribu, ese jurado de años al que se someten en juicio las churras y las merinas, los payos y los gitanos, las ovejas, las cabras y las hembras adúlteras. Ahora ya no. Ahora el achacoso no se muere nunca, porque hay frascos para todo, y lo que hacía sagrado al viejo era su parentesco con la muerte. Entonces, como el añoso dura, como el anciano consume, no hay sino sacarle todo el partido posible, un porcentaje electoral.

Una punta de abueletes bien manejados puede suponer un escaño, una dirección general de algo,una victoria inesperada. Nuestros mayores no aguardan mucho de lo que se les ofrece, pero les gusta ver la tele y, sobre todo, que se hable de ellos. Y en estas estamos, haciendo de España un  botín de votos y un  mercadillo de viejos.

Por Marisa Arcas

@marisaarcas

22 abril, 2018

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