Empresa

Empresas familiares que son espejo de España

     

   Tal vez no se ha valorado en España todo lo debido la relevancia para el tejido social y económico de las empresas familiares. No de las grandes, corporaciones que pueden llegar a contar con miles de empleados. No de las pequeñas, en las que el cabeza tira de la siguiente generación para llevar la tienda de la esquina con un par de empleados, o la cafetería con tres o cuatro. ¡Admirable, sin duda!

La de tamaño mediano tiene por reconocer su protagonismo y sus virtudes. Ese proyecto en el que la toma de decisiones la influyen los miembros de una misma familia que son capaces de ejercer sobre el conjunto un verdadero control estratégico. En realidad hablamos del modelo de organización económica seguramente más viejo y común.

El reto para este tipo de entidades comerciales es que los roles de familia, propiedad y empresa se involucren alineados en unos mismos valores, en unas mismas metas, en unas mismas acciones. Pero, sobre todo, en una cultura perfectamente identificable que se transmite de los dueños a los empleados y los miembros más jóvenes de la familia.

Es el caso de un sello  ya más que centenario. El de Productos Mata, en la localidad jienense de Alcaudete. De finales del XIX con la regencia de un comercio de ultramarinos hasta la inclusión en los dulces a través de una confitería. El inicio de una línea de trabajo que pervive hasta hoy y en la que se han ido sumando, de forma imparable, las conservas: el tomate, las habitas baby, los espárragos… de momento.

Ya en 1910 Carlos Mata se convirtió en un joven imparable en su irrefrenable intuición empresarial comerciando mantecados y polvorones. De ahí, el salto a los vegetales, fabricando los melocotones. Eran apenas los albores de una firma que comenzaba a estar asociada con calidad y prestigio.

Las habitas fritas se instituyeron en producto estrella en la década dificilísima de 1930, lo que convertían a Mata en un precursor de los precocinados, en un visionario. Habría que esperar a 1949 para que Don Carlos Mata popularizase el éxito de la singular ‘hojaldrina’. Y así, suma y sigue, década tras década.

Hoy, el joven emprendedor Antonio Mata, desde la gerencia de la compañía intenta dar nuevos pasos en clave de visibilidad de la marca, de notoriedad y de influencia. Abriendo nuevas líneas de comercialización. Saltando a la escena internacional.Apostando por ese aroma, que se percibe en el mercado, y que destila el buen producto familiar. Y no se separa de la vieja e inigualable divisa de la firma: calidad, calidad y calidad.

Luis R. Díaz

1 mayo, 2018

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