Opinión

La necesaria rebelión de los mayores

EFE

Muchos se han sorprendido de ver movilizarse a los mayores en defensa de la equidad de sus pensiones y contra la dictadura que los más jóvenes  ejercen sobre ellos en todos los órdenes. De momento han sido solamente las pensiones, pero pronto será el derecho a ser ellos, quienes defiendan sus también derechos en lugar de que lo hagan los mucho más jóvenes o maduros, que no tienen ni idea de lo que es ser y sentirse mayor sin ser necesariamente retrasado mental. Y es que no únicamente crece la esperanza de vida en sentido biológico sino que cada día se prolonga más la vida útil en todos los sentidos, físico, mental y psicológico.

Se va a acabar lo de ser las víctimas de todos y de todo, empezando por el entorno familiar egoísta y abusón que tantos mayores padecen. Treintañeros y cuarentones insensatos e irresponsables, sin oficio ni beneficio, se dedican a traer niños a este mundo sin matrimonio ni compromiso, con el mero emparejamiento de caraduras, cargando el cuidado y supervivencia mínimos de esos pobres niños a los abuelos mayores. Porque también la insensatez de padres y madres se ha retrasado y raros son los niños que llegan a este mundo en la década de los 20 años de sus madres, haciéndolo en la de los 30 y cada vez más cerca de los 40. Hay mucho egoísmo de hijos impresentables, que exigen de sus padres mucho más de lo que deben y pueden dar en este mundo al revés, en el que son los teóricamente más débiles, los mayores, los que deben cargar con las consecuencias de la irresponsabilidad de los más jóvenes.

En el ámbito laboral es preciso conseguir de una vez que la jubilación no sea una obligación sino únicamente un derecho, lograr que se establezca la edad que se considere oportuna para poder ejercer ese derecho, pero dejando a los que estén por encima de ella continuar trabajando y cotizando a esa seguridad social a la que ignoran los semi-esclavos llegados del exterior, inmigrantes sin orden ni concierto y los amos que los semi-esclavizan, mientras cuerpo y mente aguanten y lo deseen. El estado, representante de todos, puede regular el ejercicio de ese derecho que reivindico exigiendo a su vez que esos mayores que quieran continuar trabajando y cotizando demuestren periódicamente su aptitud para ello, sometiéndolos a una ITH o inspección técnico/médica humana.

Y para ellos es imprescindible conseguir antes presencia en la vida pública, logrando la inclusión de mayores en perfectas condiciones en las listas electorales para ser en la vida pública protagonistas y actores de cuanto se legisle para los mayores, en vez de quedar al albur limosnero de los que, más jóvenes, no saben lo que significa serlo. Se lo han ganado, nos lo hemos ganado, haciendo frente a la maldita y prolongada crisis en vanguardia y con heroísmo, consintiendo,sin contrapartida, el abuso de sus/nuestros recursos, tiempo y dedicación, por parte de tanto familiar más joven, obligada o voluntaria y materialmente indefensos.

Queremos y tenemos derecho a una mucho mayor presencia en todos los sectores de la vida española y en sus instituciones públicas. No más conmiseración ni caridad. Que sea cierto lo de «los mayores primero», pero porque se lo han ganado y su opinión, numéricamente cada vez más importante, debe ser escuchada y tenida en cuenta mucho más de lo que lo ha sido hasta ahora. Que la experiencia y la sabiduría son muchos más importantes, con buenas condiciones físicas, que la graduación, licenciatura o el mejor master.

Manuel Monzon

9 mayo, 2018

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