Opinión

Los Iglesias-Montero: la casa y el caso

La de la pareja Irene Montero y Pablo Iglesias, líderes de «Podemos» y el caso que se ha organizado en la actualidad política alrededor de la casa de marras. Con el escándalo consiguiente con que se tratan estos asuntos de corrupción económica, simplemente ejemplaridad o falta de ella.

Y como siempre primando la exageración, de la que terminan siendo víctimas los mismos que la pusieron en circulación como forma canallesca de hacer política. Así la mansión que inspiró a Francis Scott FitzGerald para la escritura de «El gran Gatsby», un espectacular palecete en Long Island (a 40 kilómetros de Manhattan), situado en una finca de seis hectáreas, con doce habitaciones, ocho baños, casa para invitados en la playa y subastada en 17 millones de dólares se ha comparado con la casa de Pablo Iglesias por haberse comprado, junto a su pareja Irene Montero, un chalet de dos mil metros cuadrados por 600.000 euros en Galapagar, a media hora de Madrid.

El ruido mediático a favor y sobre todo en contra ha sido descomunal y desmedido, como si les estuviera pasando por encima un «tsunami» de consecuencias impredecibles. El vocerío en las redes sociales es impresionante, del que sirve como muestra aquel en el que aparece la pareja bajo el slogan de «Nosotros sí podemos». Le Curbusier escribía que la casa debía de ser el estuche de la vida y la máquina del logro de la felicidad. Y ciertamente Montero e Iglesias tienen todo el derecho del mundo a comprarse un chalet en el que vivir con las criaturas gemelas que esperan en un ambiente único, con piscina, jardín, huerto y cada de invitados en el parque natural de la cuenca del Guadarrama.

Sí, ¿por qué donde está escrito que los políticos de izquierda hayan de vivir en un cuchitril de extrarradio o que deban sobrevivir junto a los suyos debajo de un puente? Pero es que el problema no es de hechos; es de coherencia entre las palabras y demagogia de la pareja y la que ahora es su realidad. No tiene ni pies ni cabeza que hace cinco años el líder de Podemos atacara miserablemente al entonces Ministro de Economía, Luis de Guindos, por adquirir un piso ático por una cantidad parecida o que calificara de peligroso «ese rollo de los políticos que viven en chalets» porque, según él , eso les conducía a desconectarse de la realidad social y sociológica. Ya dijo el filósofo Alfred Adler, especializado en el sentido de la vida, «que es más fácil  luchar por unos principios que vivir de acuerdo con ellos». Asi de claro.

La pareja, para terminarlo de arreglar, ha decidido someter su permanencia en el liderazgo de Podemos al veredicto de sus bases, que es como reconocer ya de entrada que no lo son, aunque quizá les defienda la solidaridad antiderecha por encima de todo. En fin una birria más de las muchas que estamos viviendo, modelo titulaciones falsas, másters inexistentes, raptos de cleptomanía y demás consecuencias del sarampión delator y chivato que padecemos. Y que Dios quiera no se vean sometidos en su nuevo domicilio serrano a algún «escrache» salvaje de sus enemigos o rivales más exaltados. Un asco de país éste, sobre todo por los chivatos y delatores, de los que nunca sabemos nada; nunca tenemos noticia de quien/quienes filtran/venden. De unos beneficiarios que son los que hacen posible desde juzgados e instituciones informativas toda esta basura acusatoria permanente. Nada, pues de dramas simplemente ahora les ha tocado a ustedes, pareja Iglesias/Montero.

Manuel Monzon

24 mayo, 2018

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