Opinión

Pedro Sánchez y la estrategia del odio

EFE

El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está  basando su gobernanza, mayormente, en dos o tres maniobras más agresivas e insolentes que verdaderamente políticas: nacionalidades, independentismos y otros folclores. La persecución del nombre de Francisco Franco Bahamonde es la parte más amena y entretenida de todo este tinglado que tiene más de estrategia del odio que de recalificación de las Españas.

Sólo alguien de una pobreza mental extrema es capaz de buscar venganza en un muerto. Un político de altura, se enfrentaría a los problemas reales de los españoles que no llegan a fin de mes, mientras nuestro Presidente, Sánchez, prefiere prender pequeñas guerras civiles, transportar iconos y zarandear muertos, con el único fin de irritar un poco a la población que todavía asocia sus gracias y desgracias al mandato de aquel hombre. La idea de Pedro Sánchez y sus acólitos es sencilla: “Vamos a caldear un poco el ambiente, a quemar algo en la cocina, a crear un nuevo clima de posguerra, que todo eso es bueno para las próximas elecciones y nos ayudará a mantenernos en el sillón”.

Todo esto es lo que mueve a Pedro Sánchez para alborotar la España en paz que trajo la muerte de Franco el 20 de Noviembre de 1975. La cosa es volver a los tiempos agresivos explotando la violencia en todos los sentidos y direcciones. El misterio estaba y está en que no amanezca un solo día pacífico, en crear una cortina de humo, para que nos olvidemos de los problemas reales de España. ¿Cómo vamos a arreglar las pensiones?, ¿cómo vamos a reducir la precariedad?, ¿cómo vamos a solucionar el tema catalán?, ¿Cómo vamos a reducir la deuda publica?. Está claro: desenterrando a Franco.

Una solución cómica por lo lejano que queda el difunto y por la puerilidad de la venganza. La movida antifranquista no es sino una manera de perder el tiempo derribando mitos que ya no lo son ni dan de comer a nadie. Esta iniciativa zafia, ruin, pueril, cutre y casposa nos ha convertido en el hazmerreír de Europa. Sería igualmente necio erigir con frenesí estatuas de Azaña e Indalecio Prieto, como si aquellos señores de papada y traje negro pudieran meternos en otra república como la de los años 30.

Así es la política de altura de Pedro Sánchez, su invención del pasado, su estrategia del odio.

Por Marisa Arcas

@marisaarcas 

24 julio, 2018

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