Opinión

Geopolítica y geoestrategia: el nuevo orden mundial

La entrevista de Putin y Trump en Helsinki, tras la cumbre de la OTAN en Bruselas los pasados días 11 y 12 de julio, ha sido mucho más importante de lo que mediáticamente ha llegado al gran público. Ambos mandatarios, ruso y norteamericano, han definido sus «cotos cerrados», en los que no admiten interferencia externa/extranjera alguna y los «cotos compartidos», que desean continúen igual. Vamos con los detalles.

Entre los primeros destaca por su conflictividad el de Ucrania y Crimea, espacio en el que Rusia no está dispuesta a ceder frente a la levantisca Ucrania – que, por cierto, tiene Putin toda la razón puesto que  fue en Ucrania donde, nada menos, nació Rusia, ya que el primer Zar de Rusia fue el Khan de Kiev – ni menos frente  a la presión de la Unión Europea y la OTAN , cuyos integrantes europeos, con tal de «reventar a Moscú» y mantener a Rusia como «el enemigo ficticio útil» de siempre, han venido proponiendo la incorporación de esa Ucrania sin futuro a la UE y a la propia OTAN. Trump, que no es tan tonto como parece, ha entendido la irrenunciable postura geoestratégica de «defensa avanzada» en sus fronteras exteriores y salida al Mar Negro y el Mediterraneo , y se ha comprometido a no apoyar a sus aliados europeos en su «pro Ucrania» y su «anti Rusia».

También han acordado que USA no se meta más con Alemania por importar de Rusia petróleo y gas natural , con tal – exigencia de Trump – de que Alemania, la primera potencia de la UE y que pudiera arrastrar tras de sí a los demás miembros de la Unión, «no se entienda tanto» con Rusia que ese entendimiento pudiera desembocar en un eje Berlin – Moscú, peligrosísimo para la hegemonía mundial anglosajona liderada por EEUU. Y es que siempre siguen enfrentadas las dos teorías geopolíticas y geoestratégicas del británico Mahan y el francés Casteux. La del primero, que lleva funcionando tres siglos, dice que «quien domina los mares domina el mundo», que es lo que vienen haciendo, sucesivamente y «de la manita» los Imperios británico y americano.

La teoría de Casteux , por el contrario, afirma que quien consiguiera dominar la gran aeuroasiática tendría la hegemonía mundial sin necesidad de los mares, sólo con sus comunicaciones aero/terrestres. Y es tan verdad que la hegemonía aeronaval anglosajona quedaría anulada en ese supuesto. Por eso el fin permanente de ese bloque anglosajón, liderado por EEUU, ha sido, es y será impedir un entendimiento de las grandes potencias de esa isla euroasiática, queso Alemania, Rusia y China, con el aditamento latino mediterráneo de Francia, Italia  y España junto a Grecia. O sea, en Helsinki, «yo no me meto en tus asuntos ni apoyo a tus enemigos  y tú haces lo mismo con los mios».

Y por último, empate en lo que respecta a la hegemonía en el Indico y el Pacífico. La del Indico no se la discuten los rusos al bloque anglosajón, servido por «sus mayordomos Hindú y Pakistani», pero si discute Putin a EEUU la hegemonía total en el Pacífico que USA viene manteniendo e intenta seguir haciéndolo desde su victoria en la II Guerra Mundial  en 1945, Rusia opina que, con independencia del dominio comercial de los mares, la hegemonía en el espacio pacífico corresponde compartirla a USA con el triangulo de una Corea unida, Japón y China, junto al extremo siberiano de Rusia. De modo que han acordado una «hegemonía compartida», sin alardes ni como la agresividad coreana del Norte ni las continuas amenazas de represalia arrasadora de los Estados Unidos.

Igual sucede o ha sucedido, por su acción más que eficaz en el conflicto, con el papel ruso en Oriente Medio, sobre todo en Siria, ya no está dispuesta  a admitir que aquella zona sea un «domicilio anglosajón junto a Francia», sino que semejante espacio debe ser compartido, con el Canal de Suez como punto fundamental, ente anglosajones y rusos, con Turquía como instrumento.

Y los grandes perdedores de todo este entendimiento ruso/americano la UE y las naciones europeas integrantes de la OTAN, declaradas despectivamente por Trump  como «enemigas», mientras sólo ha calificado Rusia como competidora. En las concesiones de Trump a Putin ha tenido mucho que ver que Putin le prefiriera como candidato a la Presidencia USA frente a la candidatura de Hillary Clinton y la aceptación por la despreciada UE y la propia Rusia del «brexit» británico, debilitando tan gravemente a la UE. Por supuesto ni una palabra rusa sobre el continente americano. Un auténtico reparto de la influencia mundial y los «enanos» como nuestra España «de campo».

Manuel Monzon 

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31 julio, 2018

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