Opinión

Viajar mucho y rendir poco

Los españoles no somos más felices ni más demócratas bajo el mandato de Pedro Sánchez, pero ahí vamos dando tumbos entre puentes y veraneos. Hay una economía y una política muy actuales, muy eficaces, que consisten en tener al español siempre de viaje, para que no eche raíz en ningún sitio, pierda la noción territorial y monte su campamento de verano en invierno.

Ya que no se ha conseguido poner a los españoles de acuerdo en política, vamos a tenerles distraídos, contentos, despersonalizados y turísticos, o sea completamente despistados durante todo el año. Las estadísticas sobre producción y rendimiento nos importan un cojón de pato. Aquí impera la ley de los  puentes laborales, los puentes ociosos, las Navidades en verano y los Reyes en la república de las Autonomías. Nos sale caro, pero matamos por acariciar esa sociedad del desperdicio y esos cruceros de placer a base de comida basura y la ronda que paga el capitán del barco.

Hemos confundido la democracia con el turisteo fantasioso de todo el año. Las Navidades exóticas y el apartamento en la Costa marcan hoy los topes de la nueva sociedad española, que no se sabe si quiere ser autonomista, nacionalistas, europeísta, liberalcambista, neoaburguesada o qué, porque lo único que de verdad quiere es no estarse quieta.

No hace mucho, unos vivían de las rentas y otros comían del hambre. Se luchaba en la vida por un sitio estable, pero ahora se lucha por lo inestable. Si no va usted a pasar las Navidades a una isla exótica no es usted nadie, no ha triunfado en la vida. El español ha vuelto a ser viajero como en tiempos del Imperio. Hay que sacarle al contribuyente hasta el último euro y, sobre todo, sacarle de su burocracia burguesa y su tediosa clase media con olor a fritura. Que viajen mucho y rindan poco.

Los socialistas hablaron de suprimir las fiestas religiosas, pero las mantienen porque ahí, en los puentes laborales, siempre de puente a puente, es como se despolitiza al gentío dándole una vida de armador griego de El Corte Inglés para que no pida otra. Las nativas que no vio Gauguin en su escapada ni Baudelaire en su Isla Mauricio, las ve nuestro jefe en su yate de cercanías todos los puentes. Si esto no es democracia que venga Dios en bermudas y lo vea.

Por Marisa Arcas

@marisaarcas

19 agosto, 2018

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