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¿Cómo se construye el cambio?

El cambio, ¿cómo se construye, desde arriba o, por el contrario, desde abajo? Respuesta no hay o, mejor dicho, las dos son ciertas. Sí y no. Un iberista suele recibir siempre las mismas críticas. “No se puede”, “la gente no va a querer”, “es imposible hoy en día” y un largo etcétera. Ante estas críticas nos toca, con honestidad, hacernos la pregunta con la que he comenzado: ¿Cómo construimos el iberismo? ¿Desde arriba, o desde abajo? ¿Qué ventajas tiene cada empresa? Empecemos desde arriba.

En los comienzos fulgurantes de Podemos, Pablo Iglesias mencionó una frase que ejemplifica la creencia de que el cambio social parte desde la cúspide. Esa frase decía: “tomemos el cielo por asalto”. ¿Esto qué quiere decir? Que la estrategia del Secretario General de Podemos es propiciar el cambio que su partido defiende desde las instituciones, siendo los partidos políticos los vehículos que llevan a esas personas a la cima de poder. Esta concepción tiene una gran ventaja de base, y es que el cambio es más rápido, directo y ejecutable, teniendo en cuenta que España es un país democrático y que todas las fuerzas políticas (las importantes) aceptan y respetan los cambios propiciados por los representantes elegidos democráticamente (que estén de acuerdo o no ya es otro cantar). No obstante, esta manera de provocar los cambios es, en mi opinión, muy problemática y genera numerosas lagunas.

Aunque uno llegue al poder de manera legítima, se da por hecho que una parte relevante de la sociedad no lo quiere ahí (ya veis, cosas de la democracia), y es principalmente porque ha entrado en juego la ideología. Un cambio provocado desde las esferas más altas de poder es visto, por esa parte social que no te apoya, como una imposición, y poco les importa que hayas seguido las reglas del juego, ese giro que tú vas a propiciar no les gusta y eso va a crispar a la población, generando una brecha, brecha que, con los vaivenes de poder de la democracia, puede acabar en que en un periodo de 4 años tú no estés en el poder, tu cambio se deshaga y todo ese tiempo haya sido en balde.

¿Y cómo se propicia un cambio desde abajo? Al empezar a pensar se puede llegar a la conclusión que desde abajo es imposible pues, ¿cómo se cambian las cosas si no es desde las instituciones? Evidentemente sólo por la vía institucional se puede cambiar la sociedad en un sistema democrático, pero hay vías por las que esos cambios pueden llegar a las instituciones sin ser monopolizados por una ideología o un partido político. Y es aquí donde entran en juego los movimientos cívicos y las asociaciones. El cambio desde abajo es, ciñéndonos a lo que acabamos de definir, más lento y además es un camino embarrado lleno de piedras, básicamente porque hay que dialogar y conseguir que personas (sí, los políticos son personas aunque nos cueste creerlo) que se odian y que están en las antípodas ideológicas acaben diciendo lo mismo. Sin embargo, cuando eso sucede, ese cambio, por pequeño que sea, es oro. Es un cambio pequeño, seguramente, pero es un cambio que va a ser percibido por la ciudadanía como suyo y como no impuesto, un cambio que, al fin y al cabo, perdurará en el tiempo independientemente de los avatares de la historia y la política.

¿Cómo deberíamos, pues, construir ese iberismo que muchos de nosotros queremos? En mi humilde opinión desde abajo. Pedimos algo lógico, natural y beneficioso para ambas partes y es que, dos naciones que han dado tanto a la humanidad, se unan de manera simétrica para mejorar los niveles de vida de las gentes que viven allí que son, sin lugar a dudas, el recurso más preciado que tienen nuestros países. Sin embargo lo que pedimos (pese a ser lógico, natural y beneficioso) es complejo, y está, a día de hoy, lejos. No podemos dejarnos llevar por las prisas de querer algo que tanto amamos, pues podemos cometer el error de avanzar mucho y caer de golpe. El iberismo no busca imponer nada, quiere cambiar las cosas desde la aceptación social y basándonos en la mayor transversalidad política posible y eso se hace desde abajo, desde las asociaciones y movimientos cívicos que se manchan, cada día, con el barro que es la realidad social dejando, brevemente de lado, la teoría que supone la ideología política. Hagamos Iberia desde abajo, hagámosla fuerte. Manuel Cano Ruiz-Ocañ

25 noviembre, 2018

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