Madrid, Opinión

«Y sin embargo»

Pilar Vilella Llop

Secretaria de la Agrupación de Jóvenes Abogados de Madrid

Tengo la inmensa suerte de convivir y trabajar rodeada de mujeres valientes, fuertes, luchadoras, que sonríen ante la adversidad y se ponen el mundo por montera. Mujeres independientes y trabajadoras, que ejercen la abogacía con pasión desde muy jóvenes.

Y, sin embargo, las estadísticas que a diario se publican, especialmente en este día en el que la mujer ocupa portadas, arrojan datos descorazonadores.

Me considero afortunada de tratar casi a diario con mujeres inteligentes y brillantes desde el punto de vista académico.Muchas de ellas lograron sacar su carrera a base de becas y de trabajar a la vez en mil y un empleos para poder costear sus estudios. Y nunca, nunca, han dejado de estudiar y formarse.

Y, sin embargo, solamente el 25 por ciento de las catedráticas y profesoras de investigación son mujeres.

Convivo con madres que estiran las horas de sus días, que cargan a sus espaldas con el peso de una familia, de un hogar, a las que no se les reconoce el grandísimo mérito de ser madres trabajadoras. Mujeres que acuestan a sus niños para después ponerse delante de un ordenador y terminar el trabajo que se ha quedado a medias por cambiarlo por juegos, baños y deberes.

Y, sin embargo, un 57 por ciento de las mujeres aseguran que han tenido que renunciar a su proyecto laboral por no poder compaginarlo con la maternidad. Y un 46,26 por ciento de las ejecutivas manifiesta que existe todavía una importante dificultad para conciliar.

En el Colegio de Abogados, concretamente el de Madrid, al que pertenezco, nos cruzamos con mujeres representantes de la abogacía en distintos ámbitos. Ejercen en despachos, muchos de ellos propios, que compatibilizan entre otras muchas actividades con sus cargos institucionales.

Y sin embargo, solamente 11 de los 83 colegios de abogados españoles están liderados por mujeres.

En mi día a día, los hombres se echan las manos a la cabeza cuando oyen hablar de diferencias salariales, o que a determinadas edades las mujeres alcanzan su techo de cristal, porque no lo entienden, porque ellos también valoran como nosotras el espíritu de superación, la capacidad de gestión de equipos femenina, la práctica de una mujer en la resolución de conflictos; en definitiva, trabajar codo con codo con sus compañeras.

Y, sin embargo, los datos nos dicen que solamente el 16 por ciento de las mujeres son socias en despachos de abogados, y que existe todavía una brecha salarial del 14 por ciento en nuestro sector.

A día de hoy, es innegable que existen diferencias. En el siglo XXI, las mujeres tenemos que seguir demostrando más que los hombres en el terreno laboral. Debemos ser profesionales brillantes que además dirigen sus familias.

Conciliar hoy no es fácil. Queremos ser madres, pero no renunciar a nuestro proyecto laboral, ese que tanto nos ha costado alcanzar. El libre desarrollo de la personalidad continuará vacío de contenido si no se permite a las mujeres compaginar crear una familia y ser profesionalmente plenas.

Las que nos precedieron sembraron un camino de oportunidades que durante siglos no existieron, porque el mundo era de los hombres. Nuestro tiempo nos llama a seguir luchando con fuerza para que nuestros hijos e hijas se miren extrañados al escuchar hablar de brechas salariales, imposibilidad de conciliación o techos de cristal. Ojalá pronto esos conceptos sean ajenos a nuestra cultura. Porque eso querrá decir que todo por lo que hemos luchado ha sido posible. Y porque creo, de corazón, que podemos lograrlo.

11 marzo, 2019

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