Consejos vendo que para mí no tengo. Con extraordinaria frecuencia, la socialista Susana Díaz ha dado lecciones al Partido Popular y en especial al gobierno de Madrid sobre lo que conviene hacer para proteger y mimar la Educación y la Sanidad Pública. Y en los últimos días (¡paradojas!) todos los españoles pueden certificar cómo la Junta de Andalucía mantiene cerrado y sin viales de acceso el Hospital de Lepe, y al tiempo cierra la Escuela de Hostelería La Cónsula, en Málaga.

Los alumnos están defraudados, denuncian que Susana Díaz “les ha jodido el futuro”. En la campaña contra este atropello ha intervenido hasta el mismísimo Antonio Banderas a través de la red social Twitter. Y una de las preguntas que caen por su peso es: ¿ocurre lo mismo en las Escuelas de Hostelería de Madrid, en la FP madrileña?

Nada más lejos de la realidad. El gobierno de Cristina Cifuentes, a través de su Directora General para FP, Guadalupe Bragado, no han hecho sino potenciar el funcionamiento de la Escuela de Hostelería de Turismo de Alcalá de Henares, donde los alumnos estudian Dirección de servicios de restauración, cocina y gastronomía.

Y lo mismo se puede predicar de la Escuela de Hostelería y Turismo Simone Ortega, donde se preparan prometedores directores de cocina, gestores de alojamientos turísticos o, genéricamente, los directores de servicios varios de restauración.

El PP está poniendo todo su empeño en una formación profesional excelente, que garantice el salto del alumno al mercado laboral. Baste citar la nómina de empresas colaboradoras en estos programas que funcionan, y funcionan de verdad: el restaurante Zalacaín, el Yakitoro del televisivo Chicote, el Hotel Puerta de América, Pedro Larumbe, el Grupo Oter o el celebrado Mario Sandoval, entre otros.

En efecto, una cosa es predicar y otra dar trigo. Una es dejar tirados a los futuros cocineros españoles, y otra, procurarles un horizonte de trabajo. A veces se trata simplemente de prioridades, de sensibilidad, de voluntad política.