Has escuchado esa canción una y otra vez, cuando suena en la radio, mientras vas conduciendo, subes el volumen y te pones a cantarla “sin apenas poder evitarlo”. La memoria musical es diferente a otros tipos de memoria. Diversos aspectos de la ejecución musical involucran dispares áreas cerebrales.
Los científicos siguen investigando cómo personas con daños cerebrales o amnésicos pueden perder toda la memoria de su vida pasada pero aún así, siguen recordando la música.
Incluso los enfermos de Alzheimer u otras demencias, aunque no recuerden ni nombre, ni artista, sí reconocen las canciones que les emocionaron en algún momento. Y es que muchas canciones, (no sólo nuestras favoritas) nos transportan en el tiempo y el espacio, o nos recuerdan a una persona, una época, una experiencia.
La música tiene efectos poderoso sobre nuestros sentimientos, nos hace mostrar mayor empatía, puede traer recuerdos a la consciencia que creímos haber olvidado, mejorar nuestro aprendizaje e incluso puede transportarnos a nuestra infancia o adolescencia.
La emoción es la puerta de entrada al recuerdo. La música es uno de los elementos que más acceso tiene a esas emociones y vivencias intensas. Los seres humanos, comunicamos emociones a través de sonidos como suspiros, gritos, llantos y exclamaciones. Mientras escuchamos música, se activaron el lóbulo frontal y el temporal, este último relacionado con las emociones más viscerales: las que hacen llorar, reír y despertar el placer sexual.
Deja que tus sentimientos floten al compás de una melodía, si esa canción te recuerda algo, te seguirá acompañando, la música es y será siempre parte de nuestra vida y de nuestra autobiografía.
¡Música, maestro!
Psicóloga, formadora y coach
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