Cultura y Ocio

Paco Ureña, el torero que no quería ser hombre-anuncio

En ese microcosmos tan sui generis de chufla y pantomima por el que transitan los toreros mediáticos, a Francisco José Ureña Valero, Paco Ureña en los carteles, (Lorca, 26-12-1983), no se le conoce venta de exclusiva en la prensa de las vísceras, comparecencia en plató televisivo alguno, extinta novieta choni que cobre por largar intimidades de cama o alquiler de su imagen para propaganda y mercadeo.

Y no es que Paco, nuestro paisano, sea de los que pare los relojes, como los detenían Romero y Paula cuando estaban inspirados, pero al menos no los anuncia, como han hecho otros.

Desafortunadamente para los que cada día contribuyen a dar más gloria y lustre a este oficio, hay figuras del escalafón que son hombres-anuncio, que hacen propaganda de lo que sea, con tal de cobrar y llevárselo calentito.

Y como la ciencia avanza que es una barbaridad, al clásico apoderado-comisionista han añadido un manager business, encargado de llevarles el trinque de la publicidad y las relaciones con los medios.

-macxXJfPorque aquí, los que trincan el sobre ya no son los revisteros corruptos y sinvergüenzas, conocidos en el argot taurino como “sobrecogedores”. Los que ahora trincan el sobre, el sobre de la publicidad y de las exclusivas, son los que van por ahí como toreros mediáticos, los únicos cuyas cornaditas acaparan titulares en el telediario, habiendo por esas plazas de Dios tantos cornalones de caballo.

Paco Ureña no es profesional de la fama de los platós y de las portadas, sino del capote, de la muleta y de la espada. Ha triunfado en Madrid, Pamplona, Bilbao, Logroño, Salamanca, Valladolid, Lima… pero a mí me deslumbra esa otra temporada de Ureña: la de fuera de las plazas, donde con su ausencia da un importante recital de dignidad del toreo.

Marisa Arcas

Periodista

31 enero, 2016

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