Opinión

La situación de España: intolerable

Es lo que está pasando en España desde las últimas elecciones. Todos los políticos decisorios, en mayor o menor número, se dedican a tirarse a la cabeza o a sonreírse en función de sus ambiciones personales o de sus soberbias pretenciosas de líderes carismáticos, que ninguno, obviamente, es. Los intereses de España como conjunto y los de los españoles como individuos, brillan por su ausencia; solo nos machacan con la demagogia personal o de partido, que es la misma que la de sus líderes, pues tampoco piensan en los partidos. Es increíble la tozudez y la chulería sectaria de Pedro Sánchez, obsesionado con un único objetivo: ir, y llevar a cuantos pueda contra el PP. Ahora resulta que el único responsable de todos los males de España, a pesar de su buena política económica de estos años, aunque no demasiado social, y mal comunicada, es solo el PP. Asombroso y canallescamente sectario.

Sin embargo, no se sabe si es peor todo lo dicho desde el lado rojo o la ambigüedad y la pasividad de los no rojos, protagonizada la primera por el ínclito Albert Rivera, que ha conseguido que ni Dios todopoderoso sepa qué modelo de gobierno apoyaría. La segunda, representada por el “tranquilazo” Rajoy, empeñado en la tozudez a todas luces equivocada de seguir siendo el líder de ayer, hoy e incluso mañana de su PP, ignorando la valoración negativísima que como tal líder le han dado todas las encuestas desde hace años y años. ¿Qué le hace a este hombre mediocre, empecinarse en continuar ahí, obviamente estorbando?

Nadie –basta con escuchar el alud mediático entrevistador de ciudadanos- puede entender cómo Sánchez ni Rajoy son incapaces de comprender que SOLO ELLOS SON LOS QUE SOBRAN para que se alcance un pacto necesario y ya urgente para conseguir un gobierno que dé al tiempo estabilidad en lo logrado y progreso en lo equivocado. Está clarísimo ya que Podemos es el enemigo de la inmensa mayoría a rechazar y que las dos únicas soluciones son o un gobierno PP más ciudadanos, con la abstención del PSOE, o, viceversa, del PSOE y Ciudadanos con la abstención del PP, únicas fórmulas que permitirían votar a todos los demás lo que les diera la gana sectaria, sin llegar ninguno a ser decisivo. Pero, eso sí, sin esos dos personajes. Desde el principio de la democracia nadie le había hecho más daño operativo que este par, con su confrontación más bien de corte guerracivilista que democrática. ¿Y qué decir de la capacidad del monarca para conseguir algo en sus rondas de conversaciones?

General Monzón

1 febrero, 2016

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