Esta semana estoy de celebración. Aunque no disponga de los recursos necesarios, voy a mudarme de casa de mis padres a un chalecito al norte de Madrid, en una urbanización con seguridad privada, sin entrada ni fianza, y encima con un recibimiento mejor que en ¡La que se avecina!
Ahora Madrid y Manuela Carmena, defienden el movimiento Okupa con indicaciones bien claras de cómo ser un buen vecino; las pautas son claras: lo primero, no llamar a la policía. Como es bien sabido, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado sólo traen problemas y no solucionan nada. A los okupas (según el manual de buenas prácticas carmenitas), hay que darles la bienvenida como a cualquier otro vecino y ser solidarios con ellos. Si alguna vecina tiene prejuicios sobre los nuevos inquilinos, también entra en los principios del buen vecino, tranquilizar a esa insolidaria que muestra su preocupación por tener a un parásito en la comunidad.
Dado que soy un joven de 25 años, mis ingresos laborales no dan como para independizarme como Dios manda, y necesito una vivienda para poder vivir dignamente y completar mi desarrollo como persona e individuo, he decidido sumarme al colectivo que promociona el Ayuntamiento de Madrid.
La urbanización de la que os hablo tiene sin habitar un montón de chalets. Seguro que a nadie le importa. Y en caso de que importe, la Juez Manuela Carmena me entenderá y me defenderá. Es una cuestión de derecho social. ¿Dónde queda la ley y la protección de la propiedad privada? Ni idea, pero ¿acaso es mi problema?
Charlie Guadalix
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