Opinión

Debates añejos sin pactos de Estado

Los regímenes parlamentarios estructuran su poder en los apoyos del Parlamento. Es decir, se gobierna pactando cada propuesta, cada ley y cada resolución, buscando el consenso entre las partes. Cuando David Cameron sometió a votación la solicitud de intervenir militarmente Siria, entró a la cámara sin mayorías pero tras ocho horas de debate consiguió aprobar dicha propuesta gracias al apoyo de los unos representantes más preocupados por su país que por los egos particulares o del partido.

En España, sin embargo, no faltan líderes que no dudan en alardear orgullosos que no pactarán, que no cederán ni un ápice «para no traicionar a sus votantes» ¿Acaso alguien nos ha preguntado? El sistema parlamentario está concebido como un foro de discusión para pactar, debatir y confeccionar soluciones con el contrario, no para que cada formación política se enroque en su posición señalando al contrario como un enemigo y no como un compañero de trabajo.

Las viejas falacias entre el enfrentamiento “izquierda vs. derecha” se antojan añejas y anticuadas en una sociedad que demanda facilidades para emprendedores y empresarios con un Estado aliado, que permita las condiciones para generar empleo. Pensemos a lo grande, hablemos del futuro y no del pasado. Pongamos el ojo en el mañana y no en el ayer, en lo que todavía se puede cambiar; acentuemos aquello que nos une y no lo que nos separa.

El manido debate izquierda-derecha no será la base para crear nuevas empresas; recordar la guerra civil o cambiar nombres a calles o instituciones no creará un tejido empresarial sólido ni generará puestos de trabajos; el intercambio de escaños no va a fortalecer la inversión ni a ofrecer seguridad jurídica para ciudadanos e inversores. No. Hay que apostar por la prosperidad no sólo económica sino política, jurídica y social. Necesitamos generar más Einsteins, más hermanos Lumière, más Edisons, más Steve Jobs o más Marks Zuckerbergs; más visionarios, emprendedores y creadores de riqueza (no sólo económica sino tecnológica, cultural e intelectual) que encuentren respaldo en el Estado y no trabas por su parte. No podemos olvidar que todos estos inventos, descubrimientos e innovaciones surgieron de personas y no de Estados; estos deben darles alas, no poner obstáculos.

Por ello no sólo es falaz sino que resulta descaradamente mediocre seguir dividiendo a la gente entre azul y rojo, cuando la realidad es que la virtud está en el equilibrio. En una democracia parlamentaria, con los problemas que tiene España, el «y tú más», las etiquetas y la falta de propuestas sólo demuestran la mediocridad de nuestros líderes políticos incapaces de dejar de lado sus propios intereses ególatras en pro del bien común. Señores políticos, si quieren que España avance, dejen de mirarse los pies y empiecen a mover las piernas.

“Cuando el hombre se mira mucho a sí mismo, llega a no saber cuál es su cara y cual es su careta.” Pío Baroja.

@OspinaOpinablog 

Abogado – Politólogo

Socio-Penal López-Negrete & Ospina Abogados

11 marzo, 2016

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