Editorial, Madrid

El hundimiento, el pánico electoral y el acongojamiento podemita

Acongojamiento, por no decir acojonamiento, que es lo que hay en las filas neocomunistas hoy. ¿Por qué? Muy simple. Por dos razones.

La primera: ante una repetición de elecciones el batacazo sería considerable. Eso que llamaban “las confluencias” (comunistas, antisistema y separatistas del País Vasco, Cataluña, Galicia) es un fenómeno efímero y estrambótico, de oportunidad, que se ha ido deshaciendo. No hay unidad, ni armonía, ni cooperación, ni entendimiento, ni agenda común. Los aliados de Iglesias el 20D le han dado, día a día, la espalda. Ya es tarde para recuperar esa confianza dilapidada.

La segunda: los podemitas están comprobando cómo su carácter arrogante, soberbio, orgulloso, excéntrico, hiperpropagandístico (en sus soflamas y sus hechos) está siendo penalizado no sólo por los electores sino por el grueso de las formaciones políticas que (salvo un PSOE desesperado) no quieren ir con los de la coleta morada ni a heredar.

Pueda haber en las gesticulaciones de estos chicos radicales, pasada la Semana Santa, una cierta pose de humildad. No es real. No es sincera. Han tocado su techo. El de su incompetencia y el de su sinrazón. Y son perfectamente conscientes de que todo lo que les queda, de hoy en adelante, es una caída. Más o menos lenta, más o menos abrupta.

3 abril, 2016

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