No ha podido ser. O, mejor dicho, no lo ha podido hacer. Las intenciones y esperanzas del presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, se han visto completamente truncadas de cara a reeditar el tan polémico como vigente Pacto del Botánico y extrapolarlo a las candidaturas al Senado el domingo 26 de junio.

Y es que Puig se la había jugado todo a ir conjuntamente a la Cámara Alta con Podemos y Compromís. Sin embargo, ha visto sus ilusiones frustradas por dos pesos pesados.

Para empezar fue el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, quien desautorizó por completo la estrategia unionista de Puig. Después fue el propio Pedro Sánchez quien dio al traste con todo ello.

Tanto uno como otro coincidieron en que, por más que hubiera sintonía y concordancia parcial de programas entre los tres partidos (faltaría más, cuando forman gobierno en la Comunidad Valenciana), las distintas colaiciones electorales y su posterior apobación son competencia «exclusiva» del Comité Federal del partido de la rosa.

Durante las tres últimas semanas, los testigos de los círculos y actualidad política hemos sido testigos de idas y venidas, de reuniones pactadas y otras (la mayoría) más bien improvisadas. Los desmentidos, rumores y globos sonda iban y venían desd el Palacio de los Borja (sede del parlamento valenciano) en direcció a la sede socialista de Blanquerías, a la de Podmeos y a la recién estrenada, céntrica y magestuosa sede de Compromís en la plaza del Pilar.

Con todo ello, pues, Puig vuelve a perder otra batalla contra su vicepresidenta (y quien realmente manda en el Consell), Mónica Oltra, quien apostaba claramente por la coalición tripartita. Si el papel de Puig era claramente secundario, este hecho lo ha venido no a confirmar, sino a agrandar

Por tanto, tanto socialistas como podemitas y nacionalistas tendrán que definir, aprobar y configurar los tres representantes autonómicos que representarán durante, a priori, los próximos cuatro años los interes de los cinco millones de valencianos.

Carlos Latorre