Estoy convencido que el TTIP no saldrá adelante, de hecho tengo varias comidas apostadas. Mirando EEUU y sobre todo al candidato Republicano Trump, le eché un vistazo a la conferencia que dio sobre política exterior y se centró sobre este asunto.

Trump no solamente no quiere que este Tratado salga adelante, sino que quiere echar para atrás el NAFTA, el Tratado de Libre Comercio con Canadá y México. Un mercado común entre Norteamérica que está funcionando ya de hecho con resultados estupendos.

Pero, ¿en contra de qué está Trump? Está en contra de que empresas que encuentran más beneficioso –porque el coste laboral unitario en México en el sector industrial es más barato que en Michigan o donde sea- se marchen. Entonces quiere derogar eso. También está en contra Bernie Sanders y Clinton no se pronuncia.

Es verdad que una vez que cualquiera de los tres llegue al poder –que seguramente será Clinton- hay mecanismos en EEUU que aquí no tenemos que les hacen más difícil ponerle barreras al comercio libre. Eso es verdad. Pero es que luego está la parte europea. En la parte europea esos mecanismos no existen. Los franceses están decididos a ponerle la zancadilla por el tema agrícola y la cuestión cultural.

Los beneficios del libre comercio son claros y algunos luchamos diariamente por transmitirlos y enseñarlos. La liberalización es un proceso redistributivo. De unos que ganan porque el comercio no es libre a favor de la mayoría. Esos que ganan porque el comercio no es libre se resisten como gatos panza arriba. Esto ha venido pasando desde la firma del Tratado Cobden- Chevalier en 1863. Por tanto la resistencia puede ser fatal. Por eso el comercio no es libre.

Estos procesos siempre perjudican a alguien aunque beneficien a la mayoría y además sobre todo benefician al conjunto de la economía, especialmente en el largo plazo. Por tanto hay resistencias.

Tú le dices a un agricultor que se dedique a cultivar maíz y entonces dice: a ver, los de Iowa que cultivan maíz a unos costes mucho más bajos que cualquier otro, son competidores. Claro que son competidores, pero lo que tiene que ocurrir es que se produzcan procesos de cambio en las estructuras productivas que nos conducirán a ganancias sin ningún género de dudas.

Sin la liberalización del comercio exterior que hemos ido ganando pasito a pasito desde mediados del siglo XIX hasta ahora con dos pasos adelante y uno atrás, no hubiéramos podido cambiar nuestra economía interna. Sin eso no hay progreso.

¿Qué ocurre? Que lo que se pierde es visible. El tipo que pierde un empleo porque una factoría de acondicionadores de aire como la que usa siempre Trump de ejemplo (que se ha ido a México) se ve rápidamente. Pero todos los empleos que se crean como consecuencia de la liberalización del comercio no salen en las primeras páginas de los periódicos. Y sin embargo en una economía abierta es la demanda exterior lo que crea empleo.

Además en el largo plazo el cambio tecnológico revierte esos procesos de deslocalización. Cosa que por ejemplo estamos viendo en el caso de España con la industria textil. Cuando tú cambias la tecnología, automatizas, reduces costes… ya no necesitas irte a 800 KM de distancia a producir. Puedes producir en tu propia casa y ser competitivo. Y esto lo estamos viendo en algunas de las grandes empresas textiles y de confección españolas.

Además el textil catalán (seamos específicos) ha sido el protagonista principal –no el único pero sí el principal- del proteccionismo ¿Qué pasa cuando eso se diluye un poco? Que crece otra vez el textil pero fuera de Cataluña.

Y esa es la clave de que esto no se quiera firmar en Europa: que pueden pasar cosas insospechadas.

Y hay un riesgo en todo esto: mal que bien esta crisis se va vadeando sin recurrir demasiado al nacionalismo económico. Si esto fracasa y tiene toda la pinta de ir a fracasar, esa tendencia quizás no fuera tan clara.

@lodares

Economista