Madrid, Opinión

Triste día de las Fuerzas Armadas

El último fin de semana de mayo, coincidiendo con la festividad de San Fernando, Rey y soldado, debería celebrarse el Día de las Fuerzas Armadas, como homenaje de autoridades y pueblo a ese «gran mudo», como lo definió el General De Gaulle, que es el conjunto de las Fuerzas Armadas de Tierra, Mar y Aire, y como oportunidad de éstas de mostrarse en su alto grado de instrucción, adiestramiento, disciplina y eficacia.

Incluso en tiempos mejores no era un solo día sino una semana lo que duraba esa muestra y comunión FAS/pueblo. Pues bien, mejor mal, esa celebración se ha minimizado de tal modo este año y el pasado, por presión de la manía económica recortista y del rojerío repugnante liderado por ese ex_generalucho llamado Julio Rodríguez y su jefecillo Pablo Iglesias, que prácticamente se ha reducido a la nada.

Lo que pudimos ver el sábado 28 poquísimos curiosos o viandantes, ya que nada se había avisado en los medios, más que una celebración fue una ofensa y una burla a esas Fuerzas Armadas que, pese a quien pese, siempre será la Institución más respetada por los españoles.

Todo ello encima presentado como un alarde de esa austeridad con que se dice quiere impregnar el sosaina Monarca su reinado de cambio, sobriedad, ahorros y recortes a costa ajena. Así, el mayor timbre de gloria de tan nefasta, pobre y ofensiva celebración ha sido la comunicación del coste total del Acto (136.000 euros), algo menos de lo que cualquier politiquillo roba a diario o recibe de alguna tutoría roja internacional tipo Venezuela.

Una completa indignidad que la cúpula de mando militar no debería tolerar en semejante nivel de miseria. Alguien/algunos, con cuatro estrellas de máximo rango en el Generalato debería/deberían decir al Rey: «así no, Señor, para hacerlo de ese modo, mejor no hacer nada».

Ante esta furia ascendente del rojerío antisistema, anti Dios anti Patria, qué pena de silencio, pasividad y cobardía por parte de las Instituciones que han protagonizado la historia grande de España: la Corona, la Nobleza, la Iglesia y los Ejércitos. Ni las Repúblicas comunistas soviéticas se atrevieron a despreciar tantos valores en sus naciones, respetando por encima de todo a sus Patrias, sus héroes y sus soldados. Que asco de esta España mediocre.

29 mayo, 2016

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